Partito della Rifondazione Comunista
5° CONGRESO DEL PRC
Tesis votadas por la minoría del Comité Político Nacional

PRC/V Congeso/Tesis/Tesis votadas por la minoría del Comité Político Nacional

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UN PROYECTO COMUNISTA REVOLUCIONARIO EN LA NUEVA FASE HISTÓRICA
Tesis votadas por la minoría del Comité Político Nacional

INTRODUCCIÓN - SÍNTESIS
El capitalismo mundial cada vez más verte su crisis sobre la condición general de la humanidad, amenazando con una verdadera regresión histórica de civilización. La reanudación de la guerra que ha marcado la última década -antes en Iraq, luego en los Balcanes, hoy en Afganistán- es el reflejo material y simbólico de esto.
La representación de la así llamada "globalización" capitalista como advenimiento de un "nuevo capitalismo" capaz de superar sus antiguas contradicciones, ha sido desmentida por la realidad.
La crisis que desde un cuarto de siglo marca la economía mundial no sólo no se ha superado sino se repropone hoy en su forma clásica de la recesión.
Las contradicciones entre los bloques capitalistas no sólo no se han disuelto en un "imperio" indistinto y homogéneo, sino se reproponen agudizadas después del derrumbamiento de la URSS y bajo el empuje de la crisis.
La contradicción entre capital y trabajo lejos de ser superada o reevaluada, es repropuesta en su importancia central por la crisis y por la nueva competición global capitalista.
El mismo desarrollo del militarismo y de la guerra en curso -con sus efectos regresivos en el terreno de las libertades democráticas y de las conquistas sociales- es inseparable del contexto general de la crisis capitalista. Lejos de ser un conflicto entre "dos fundamentalismos" ideológicos (el Mercado y el Terror) es una guerra del imperialismo contra los pueblos oprimidos: apunta al control de Oriente Medio y de Asia central; quiere cohibir los movimientos de liberación nacional (a partir del pueblo palestino); apunta a contrarrestar la recesión económica con el gran relanzamiento de los gastos militares; responde al interés del imperialismo norteamericano de contrabalancear el ascenso económico europeo con el relanzamiento de la propia indiscutida hegemonía militar.
En otro plano, los procesos políticos y las dinámicas del capital de los años Noventa han sido devastadores para el medio ambiente. Todos los viejos problemas se han extendido, han emergido nuevas exigencias a escala planetaria. En relación con todo esto, tanto las aproximaciones ético-culturales como el reformismo del partido verde se han demostrado inadecuados: ningún nuevo modelo de desarrollo será posible sin un nuevo modo de producción, sin el derrocamiento del capitalismo.
En definitiva, diez años después del derrumbamiento de la URSS, la reconstitución capitalista de la unidad del mundo no se ha traducido en lo más mínimo en un universo pacificado y más estable, sino en una acentuación de la crisis internacional.
Este marco general de crisis y regresión revela una vez más el carácter utópico de cualquier proyecto reformista.
La idea de "gobiernos reformadores" favorables a los trabajadores; de un posible capitalismo "equitativo" dominado por las reglas de una "sociedad civil progresista"; de una reforma pacifista del orden mundial, fundada en una revalorización de la ONU e impulsada por la cultura gandhiana de la "no-violencia", representan, hoy más que nunca, una ilusión impotente. No una vía concreta de construcción de otro mundo posible, sino la resignación de hecho a este mundo real, aunque alimentada con sueños.
El V Congreso de nuestro partido por lo tanto es llamado a remover y contrarrestar cada utopía reformista asumiendo un nuevo horizonte estratégico, abiertamente anticapitalista y revolucionario.
Otro mundo es posible. Se llama Socialismo. No se trata sólo de evocar su nombre sino de retomar su programa general cual única verdadera respuesta a la crisis de la humanidad.
Sólo la abolición de la propiedad privada, a partir de los doscientos colosos multinacionales que hoy dominan la economía del mundo. Sólo una economía mundial democráticamente planeada, liberada del dominio de la ganancia; sólo la conquista del poder político de parte de las clases subalternas como detonante decisivo para la transición, pueden crear las condiciones de un nuevo "modelo de desarrollo": que libere nuevas relaciones entre los hombres y los pueblos, una nueva relación del hombre con el medio ambiente, un control de las orientaciones y las aplicaciones de la ciencia en función de la calidad de la vida cual nueva frontera del progreso. Por lo tanto, recuperar y actualizar el programa originario del comunismo y de la revolución de Octubre como escenario de liberación de la humanidad, carente de cualquier herencia burocrática estaliniana, es tarea central de los comunistas y de nuestro partido. Asumiéndola como brújula de una nueva impostación estratégica que reconduzca los objetivos inmediatos de cada lucha y cada movimiento a la necesidad de la revolución social.
Por otra parte, precisamente el comienzo hoy de la reactivación de la lucha de clases y de los movimientos de masas en el mundo (lo que en el partido hemos llamado "el deshielo") -síntoma después de veinte años desde la crisis de hegemonía de las políticas dominantes- representa una extraordinaria ocasión para relanzar la perspectiva socialista en la joven generación: como respuesta revolucionaria en el corazón de los movimientos a sus mismas demandas sociales, medioambientales, democráticas, de paz, todas incompatibles, en sus instancias profundas, con el actual orden burgués. Entonces no se trata de dejarse llevar por la mística retórica de los movimientos, y tampoco de dispersar la importancia central de clases: se trata de reconducir el precioso sentimiento antiliberalista de la joven generación a una clara perspectiva de clases anticapitalista, misma que pueda ofrecer un futuro a los movimientos mismos y que pueda desarrollarlos hoy en el terreno de la movilización contra el imperialismo y la guerra fuera de cualquier ilusión pacifista; que pueda fundar la referencia a la clase obrera y al mundo del trabajo en su nueva composición y extensión, cual sujeto central del bloque histórico alternativo. De aquí la necesidad en los movimientos de una batalla por la hegemonía de clases: que no es auto imposición burocrática sino lucha abierta y leal para la perspectiva socialista contra aquellas culturas neo reformistas que conducen los mismos movimientos en el callejón sin salida de la derrota. El complejo trabajo de refundación de una internacional comunista y revolucionaria, que asuma la batalla por la hegemonía anticapitalista a escala mundial, es hoy más que nunca una necesidad de fondo para los comunistas.
Pero esta nueva impostación estratégica implica un viraje profundo en la línea y las elecciones en el plano nacional. Dentro del nuevo escenario político italiano, la reactivación de las dinámicas de movimiento en la vertiente obrera y juvenil y la crisis vertical y la deriva liberal de los DS, crean las condiciones de un fuerte y necesario relanzamiento de nuestro partido cual única posible referencia política alternativa para amplios sectores de trabajadores y jóvenes. Pero esto implica una nueva dirección de fondo del PRC. En 10 años nuestro partido ha rechazado la propuesta de construcción del polo autónomo de clase para perseguir una línea de "condicionamiento" del aparato DS y de sus coaliciones (polo progresista y centroizquierda) sobre la base de un "programa de reformas": tanto en del gobierno como en de la oposición, tanto en el plano nacional como en el plano local.
Es honesto reconocer que esta línea ha obtenido un sustancial fracaso. En efecto no ha dado resultados: ni desde el punto de vista de la construcción del PRC y de su influencia electoral y de masas; ni sobre todo desde el punto de vista de los intereses y de las perspectivas del movimiento obrero, que precisamente el centroizquierda y el aparato DS, alfiles de los intereses de la gran burguesía en toda la precedente legislatura han condenado a la derrota social y política. El único efecto práctico de la línea de "contaminación" del centroizquierda ha sido, al contrario, la implicación del PRC por mitad de la legislatura del Ulivo en apoyo a las políticas anti-obreras y anti-populares (promulgación del trabajo temporal con el "Paquete Treu", privatizaciones, recortes presupuestarios de los gastos sociales), completamente opuestas a las razones sociales de nuestro partido.
La perspectiva propuesta para el post-Berlusconi de un "gobierno de la izquierda plural" sobre la base de un "programa reformador", no sólo remueve cualquier balance sino repropone de hecho la inspiración fracasada de una década. Es lo que viene aclarado en el documento pre-congresual votado por la mayoría del partido en el CNP de octubre que afirma: "(...) esto no significa que no se pueda construir una izquierda plural, en Italia y en Europa, capaz de plantearse el tema de la conquista de la mayoría de los consensos y de la candidatura al gobierno a fin de realizar un programa reformador, sino quiere decir que para llegar a eso hay que recorrer caminos diferentes de aquéllos de la tradicional política unitaria, en primer lugar haciendo irrumpir la novedad y la ruptura del movimiento en el entero campo de las izquierdas y de las relaciones entre ellas".
Por lo tanto esta perspectiva no sólo preserva la referencia a la experiencia negativa de la "guache plurielle" de Jospin sino la replantea con un aparato DS que en su gran mayoría ha roto con la función de la socialdemocracia misma. Asumir esta perspectiva como finalidad de salida de los movimientos significaría contradecir las potencialidades anticapitalistas de los mismos movimientos y subordinarlos a un acuerdo con los liberales.
El V Congreso por lo tanto rechaza esta perspectiva política a partir de un viraje de fondo: aquél de la construcción del PRC alrededor de la línea del polo autónomo de clase y anticapitalista, alternativo tanto al Centroderecha reaccionario como al Centroizquierda liberal. Esta orientación implica antes que nada una coherencia de ubicación política de nuestro partido como fuerza de oposición. No puede haber contradicción entre las razones sociales que el PRC expresa y su ubicación política institucional: esto vale en perspectiva en el plano nacional, como vale incluso en el plano local donde hay que superar la colaboración de gobierno en las juntas de Centroizquierda, a partir de las regiones y de las grandes ciudades, donde de hecho estamos subordinados a políticas e intereses completamente extraños a las razones de los trabajadores. Pero, en general, la propuesta del polo autónomo de clase se dirige al conjunto del movimiento obrero y de los movimientos de masas. La experiencia de la última legislatura, ha demostrado a millones de trabajadores el desastre social y político de la colaboración del movimiento obrero con las fuerzas sociales y políticas del Centro Burgués. "Romper con el Centro" no representa entonces una petición abstracta: hace presión sobre la experiencia de masas para reivindicar la autonomía de clase de los trabajadores y las trabajadoras frente a los intereses de las demás clases y de sus representaciones. Para decir que sólo una movilización independiente de los trabajadores y de los movimientos en el terreno anticapitalista puede defender sus razones y abrir el paso a una verdadera alternativa.
Esta exigencia de autonomía es más actual que nunca. Frente a las derechas y a Berlusconi han fracasado todas las formas de alianzas con las fuerzas de Centro. Sólo la gran movilización independiente de la clase obrera en 1994 logró doblar al gobierno Berlusconi y poner las condiciones de su caída. Nuestro partido debe construir entre las masas la memoria de esta experiencia y asumirla como referencia de su propia acción.
El nuevo gobierno Berlusconi tiene un asentamiento social e institucional más fuerte que en 1994; pero precisamente por esto su eventual estabilización, como se ha visto a partir de Génova, conlleva un riesgo reaccionario más elevado. Entonces el PRC no puede vivir su propia oposición como rutina institucional combinada con la entrega a la espontaneidad de los movimientos. Tiene que asumirse la responsabilidad de una propuesta al movimiento obrero y de la construcción activa de una salida política. En este sentido, el V Congreso del PRC asume el objetivo de la expulsión del gobierno Berlusconi-Bossi-Fini para una alternativa de clases como terreno de movilización unitaria del movimiento obrero y de los movimientos de masas y de todas las tendencias políticas y sindicales que en ellos se basan. Porque sólo una verdadera explosión social concentrada contra el empresariado y el gobierno de las derechas puede realmente descompaginar el escenario político italiano y poner las condiciones de la alternativa de clases.
De aquí la propuesta de una controversia general alrededor de los temas de un fuerte aumento salarial para todo el trabajo subordinado, del salario mínimo garantizado inter-categorial, de un verdadero salario garantizado a desempleados y jóvenes en busca de primer empleo, de la abolición de las leyes de precarización laboral (véase "Paquete Treu" y las ulteriores leyes en materia introducidas por el gobierno Berlusconi) con la contratación por tiempo indefinido de todos los trabajadores que están en una situación laboral precaria, de la reducción generalizada de la jornada de trabajo. Esta propuesta de movilización puede y debe ser avanzada por nuestro partido en todos los lugares de trabajo, en todas las organizaciones sindicales, en el territorio, en el mismo movimiento antiglobalización: apoyando las tendencias internas del movimiento que ya hoy presionan por su empeño directo a lado de los trabajadores y las trabajadoras. Es precisamente de la reconstitución unitaria de la lucha de la joven generación, desde la vertiente obrera en primera instancia como desde la vertiente antiglobalización, que se puede producir la dinámica de la explosión social contra el gobierno de las derechas y las clases dominantes. Reconducir a esta salida todo el trabajo de masas del partido, extender el marco de las reivindicaciones a cada sector social afectado por las políticas dominantes (véase Inmigración y Escuela), conectar el marco de las reivindicaciones inmediatas a un programa más general de ruptura con la propiedad capitalista y el Estado, desarrollar en cada movimiento la conciencia política anticapitalista, es el compromiso necesario de la oposición comunista para la alternativa de clases.
Y en este ámbito nuestro partido no puede teorizar un principio de adaptación silenciosa en los movimientos entregándose pasivamente a orientaciones y elecciones de sus direcciones sino que debe elaborar capacidad de propuesta sobre elecciones políticas pequeñas y grandes, en función de la perspectiva anticapitalista. La temática de las formas de lucha, a partir de la necesaria defensa del derecho de manifestar en plaza, contra cualquier tentación de repliegue; las cuestiones de la autodefensa de manifestaciones pacíficas y de masas contra las agresiones violentas, de cualquier parte lleguen; la temática de las formas de organización de los movimientos y de su desarrollo democrático, hoy central en el movimiento antiglobalización: son terrenos sobre los cuales nuestro partido no puede callarse en nombre de un bloque incondicionado con las direcciones hegemónicas de los movimientos. Al contrario debe proponer indicaciones, ciertamente conexas a la sensibilidad de los interlocutores y a lo concreto de los problemas, pero siempre inspiradas en un único criterio de fondo: el desarrollo de la fuerza autónoma de las clases subalternas y de los movimientos de masas en dirección de una alternativa de sociedad y de poder. Como afirmaba Rosa Luxemburg: "La conquista del poder político sigue siendo nuestra finalidad y nuestra finalidad sigue siendo el alma de nuestra lucha. La clase obrera no se debe poner en la óptica (de quien dice) 'La finalidad no es nada, el movimiento es todo'. No, al contrario: el movimiento como tal, sin relación con la finalidad, el movimiento como fin es sí no es nada, es la finalidad que es todo" (1898).
Sólo este programa de alternativa anticapitalista funda la razón política organizativa del partido en su relación con los movimientos y la lucha de clases. Un partido que viva como mera representación institucional de demandas sociales, en función de una perspectiva de gobierno reformador, se priva de una función estratégica independiente y por lo tanto pone en peligro, más allá de cualquier intención, la razón misma de su existencia. Carente de un específico proyecto anticapitalista el partido pierde la razón de una propia distinción con respecto al movimiento. Así la invitación a la apertura al movimiento, de por sí importantísima, se transforma en un riesgo de disolución en el movimiento mismo, o de transformación de sus propias estructuras en indistintos "lugares de movimiento".
Así el resultado paradójico no es el fortalecimiento del partido en el movimiento sino, al contrario, un principio de dispersión de las fuerzas y de desarraigo de ellas mismas: en detrimento tanto del partido como del movimiento, privado de una referencia organizada capaz de indicación y propuesta.
Por lo tanto la lógica planteada por la mayoría dirigente del PRC debe ser exactamente invertida. El partido tiene la exigencia prioritaria de participación plena en los movimientos, sin desapegos doctrinarios y al contrario con la máxima concentración en ellos de sus propias fuerzas. Pero tiene la exigencia de esta participación como partido, es decir, como específico proyecto colectivo anticapitalista y revolucionario: esto requiere una específica estructuración, instrumentos específicos que puedan organizar en los movimientos, partiendo de la clase obrera, la batalla colectiva por aquel proyecto. Pero requiere también el más amplio desarrollo de la democracia interna del partido, condición decisiva de la elaboración colectiva y de la formación misma de los cuadros. En este sentido la función de vanguardia del partido no como imposición burocrática, sino como proyecto programático sobre el cual desarrollar consenso y hegemonía, es la condición misma de su arraigo y fortalecimiento organizativo.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 1- CRISIS DE LA HUMANIDAD
Los diez años pasados, después del viraje de época marcado por el derrumbamiento de la Urss, han enteramente desmentido las profecías liberales que acompañaron aquel acontecimiento. El capitalismo mundial verte cada vez más su crisis sobre la condición general de la humanidad, amenazando con una verdadera regresión histórica de civilización. La reanudación de la guerra que ha marcado la última década -antes en Iraq, luego en los Balcanes, hoy en Afganistán- con su carga de muertos y destrucción es el reflejo material y simbólico de esto.

La perdurante crisis económica capitalista, las repetidas derrotas del movimiento obrero de los años 80's y 90's, la desaparición con el derrumbamiento de la Urss de un contrapeso a nivel de organización estatal, aunque distorsionado, a la potencia del imperialismo, los amplios procesos de restauración capitalista que han alcanzado, en formas distintas, vastas áreas del mundo, han producido como efecto conjunto un retroceso de las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de la humanidad.
En los países imperialistas de todos los continentes (EE.UU., Europa, Japón), la caída salarial, el deterioro del trabajo, el desmantelamiento progresivo de las protecciones sociales, describen en su conjunto un ataque profundo a los niveles adquiridos de seguridad social.
En los países de capitalismo restaurado (Rusia y este de Europa) la reintroducción del dominio del mercado avanza hacia la destrucción de cada forma de defensa social produciendo un dramático salto regresivo en la vida de miles y miles de hombres y mujeres.
En el bloque de los países dependientes, enteros continentes, a partir de África y amplia parte de América Latina, conocen un mayor retroceso de la condición de las masas, junto con un empeoramiento de los niveles de dependencia colonial del imperialismo.
En general, la entera dimensión de la vida es afectada por una tendencia profunda regresiva, marcada por el multiplicarse de los síntomas del deterioro, de la intolerancia, del irracionalismo.
El regreso de la guerra, que ha cubierto la década, es el reflejo elocuente de esta dramática regresión. Hasta sólo hace veinte años la previsión de una guerra en el corazón de Europa habría parecido un riesgo inverosímil. Veinte años después no sólo la guerra regresa materialmente al mismo viejo continente, con su carga terrible de muerte y destrucción (Balcanes), sino se vuelve a legitimar progresivamente en el imaginario colectivo de sectores de masas. Y hoy el potente relanzamiento del militarismo internacional bajo la guía anglo-americana, remolcado por la guerra imperialista contra Afganistán, el mismo rearme de Alemania y Japón, marcan también simbólicamente el viraje de época de nuestro tiempo.
En otro plano, se hacen año con año más dramáticas las manifestaciones y las consecuencias de la crisis ambiental planetaria, una dramática prueba de la incapacidad del actual orden social de operar en formas no destructivas con respecto al medio ambiente. Y las consecuencias sociales de esta crisis tienden cada vez más a juntarse con las de la crisis social y política en la cual se hunden muchos países del así llamado Tercer mundo, hecho que provoca verdaderas "catástrofes humanitarias" y empuja a masas crecientes de hombres y mujeres a migrar en una especie de "fuga por la sobre vivencia".
Por primera vez después de la posguerra, en cada latitud del mundo, el horizonte de las nuevas generaciones no se presenta como horizonte de progreso sino como anuncio de nuevas regresiones. Por otra parte, no se trata de un nuevo escenario excepcional. Al contrario, si miramos las cosas a largo plazo observamos el regreso del capitalismo a la normalidad histórica de la propia decadencia. Lo que quizás se haya superado sea la excepcionalidad de aquel paréntesis histórico posbélico que a muchas generaciones había aparecido como la norma.


TESIS 2 - CRISIS CAPITALISTA Y "GLOBALIZACIÓN"
Las tesis emergentes en los años Noventa alrededor del nacimiento de "un nuevo capitalismo" capaz de superar sus antiguas contradicciones han sido desmentidas por la realidad. La crisis económica capitalista vuelve a presentar como nunca antes la actualidad de la lectura marxista de la "globalización" fuera de cualquier "apología" del capital.

En los años Noventa -en el trasfondo del derrumbamiento de la URSS, del retroceso del movimiento obrero, de la prosperidad económica de EE.UU.- se ha ido afirmando una representación dominante de la realidad del mundo como "globalización", entendiendo a menudo con este término el emerger de un "nuevo capitalismo", estructuralmente distinto del capitalismo "tradicional" y por esto capaz de superar sus propias viejas contradicciones.
En la versión liberalista, el mito de la globalización ha sido impugnado como anuncio de una nueva era de prosperidad. En la versión opuesta de gran parte del pensamiento crítico alternativo como el advenimiento de una nueva dominación totalitaria. En ambos casos el nuevo capitalismo ha sido presentado como el amanecer de un nuevo reino y como evidencia del fracaso o del envejecimiento de la lectura marxista. Estas representaciones ideológicas en muchos aspectos han invertido la realidad de las cosas: y la realidad ha terminado confutándolas.
La economía capitalista internacional vive desde hace un cuarto de siglo en una larga ola de crisis, marcada por el agotamiento histórico del impulso propulsor de la segunda post-guerra y por el predominio de un impulso al estancamiento. La caída de la tasa mediana de ganancia a escala mundial representa el reflejo de lo susodicho. A partir de 1989-91, el derrumbamiento de la URSS y los procesos de restauración capitalista que se han afirmado en el conjunto del Este de Europa, junto con las tendencias emergentes a la restauración que se han desarrollado en otros Países capitalistas (China), han configurado ciertamente un proceso de reconstitución capitalista de la unidad del mundo. Pero la reconquista lograda o tendencial, de gran parte del planeta no ha significado el relanzamiento histórico de la economía capitalista. El Este de Europa, más que volante de un nuevo desarrollo económico internacional, representa en larga medida una semicolonia del subdesarrollo: la masiva concentración de miseria social y el bajo nivel de consumos, que derivan de esto, representan un freno a la expansión del mercado capitalista. Paralelamente, la fuerte reducción de los márgenes de maniobra de los Países dependientes, en consecuencia del derrumbamiento de la URSS, ha terminado integrándolos directamente en el estancamiento mundial: así el bajo consumo del Tercer mundo impulsado por la caída o el derrumbamiento de las materias primas ha constituido un factor ulterior del estancamiento mismo.
Globalmente, a pesar de la expansión del mercado capitalista, el peso del comercio internacional en la economía mundial es análogo al de 1914. Así a pesar de los nuevos procesos de descentralización internacional de la producción, las mismas multinacionales concentran hasta ahora la mayor parte de su propio volumen de inversiones en el perímetro de los Estados dominantes y de sus mercados regionales más que en un mundo indiferenciado. Por lo tanto, la globalización esencialmente no ha investido la producción real sino la economía financiera, donde ha realmente alcanzado un nivel históricamente nuevo: sin embargo, precisamente la expansión anómala del parasitismo financiero -que confirma el análisis de Lenin del imperialismo, más allá de sus mismas previsiones- refleja la crisis de la tasa mediana de ganancia en la producción.
Como a principios de Novecientos, lejos de ser medida de la prosperidad capitalista, el parasitismo de los rentier es hijo de la crisis del estancamiento y concausa del mismo. La fuerte concentración de innovación tecnológica (revolución informática) y la difusión de nuevas formas de organización del trabajo (el así llamado toyotismo) se ubican y se explican en este contexto. Como en otras épocas históricas (se piense en el desarrollo del fordismo de los años 20's-30's), la intensa innovación tecnológica y las nuevas experimentaciones en la organización productiva no proceden del bienestar del capitalismo sino de su crisis: como intento de relanzamiento de la tasa mediana de ganancia a través del incremento de productividad y de la configuración de nuevos mercados que remolcan. Pero, contrariamente al optimismo burgués de los años Noventa, la revolución informática y sus aplicaciones tecnológicas, por relevantes que sean, no han ejercido la fuerza de tracción económica que podían tener, en otro contexto, los ferrocarriles del siglo pasado o el automóvil de los años Cincuenta. No sólo no han garantizado la salida del estancamiento sino que, más allá de una cierto umbral, han contribuido paradójicamente a empeorarlo: la crisis profunda de la new economy hoy en el corazón del capitalismo norteamericano es precisamente una expresión clásica de sobreproducción, cuyos efectos recesivos más generales son directamente proporcionales a la intensidad del anterior desarrollo económico del sector. La teoría de un "nuevo capitalismo" capaz de superar el ciclo económico no podía ser más clamorosamente desmentida.


TESIS 3 -IMPERIALISMO
Hoy más que nunca el imperialismo es el marco dominante de la realidad del mundo. Las tesis sobre su superación en dirección de una globalización indistinta no encuentran hoy ninguna prueba en el mundo real. Reactualizar hoy el análisis marxista del imperialismo, en sus profundas contradicciones y en el trasfondo de la actual inestabilidad internacional, es condición decisiva para comprender las tendencias históricas futuras.

En los años Noventa, en significativos sectores intelectuales de la "izquierda crítica" y en la misma Dirección nacional de nuestro partido, ha ido emergiendo la tesis de la superación de la categoría misma del imperialismo hacia la representación de un "imperio" global, homogéneo y uniforme, de exclusiva dominación norteamericana, capaz de disolver papel y funciones de los viejos Estados nacionales. De aquí también la representación de Europa como simple articulación subalterna del Imperio y la relativa reivindicación de una propia autonomía de base "social y democrática".
Esta concepción general, por un lado, se basa en una incomprensión profunda de la complejidad del mundo contemporáneo; y por el otro, negando el carácter imperialista de Europa, desorienta gravemente la misma acción política de los comunistas.
Lejos de recomponer las contradicciones ínter capitalistas, el derrumbamiento de la Urss de 1989-91 las ha liberado de alguna forma, dentro de un escenario histórico profundamente nuevo. Los gigantescos procesos de restauración capitalista en el Este europeo y, de manera inacabada, en la misma China, las nuevas relaciones de fuerza con respecto a los Países dependientes, la necesidad de redefinir globalmente equilibrios geoestratégicos y zonas de influencia, han alimentado inevitablemente una nueva competición mundial entre los Estados capitalistas dominantes. Y los terrenos de la competición se inscriben completamente adentro del marco histórico del imperialismo: atañen al control de los mercados de salida, a los sectores de inversión y exportación del capital, al control de materias primas y mano de obra de bajo costo, a los niveles de concentración monopolística del capital financiero, al control político-militar de las áreas estratégicas.
Hoy la superioridad del imperialismo de Estados Unidos es objetivamente indiscutible: tanto por el lado de la concentración del capital financiero, como por el lado de la fuerza militar, donde precisamente el derrumbamiento de la Urss ha fortalecido la tradicional primacía norteamericana y su empleo criminal en el mundo. Pero toda Europa es algo más que una simple área dependiente. Al contrario, tanto la amplia restauración capitalista en el Este de Europa y los Balcanes, como la decadencia no coyuntural de Japón han alimentado un verdadero desarrollo del imperialismo europeo como polo económico competidor con UUEE. La misma construcción de la Unión Europea a partir de 1992, lejos de representar un mero hecho de ingeniería institucional "no democrática y liberalista", ha constituido y constituye el intento estratégico, no carente de contradicciones, de asegurar al imperialismo europeo un marco político aglutinante a la altura de sus nuevas ambiciones. El potente desarrollo de los niveles de concentración monopolística europea en sectores estratégicos (bancos, compañías de seguros, telecomunicaciones, industria militar...) que precisamente el marco de Maastritch ha favorecido; la hegemonía económica europea (en particular alemana e italiana) en la península balcánica y en el Este de Europa; las nuevas entradas del imperialismo europeo en los Países árabes y en Oriente-Medio (véase Irak e Irán) y en gran parte de América Latina; el despegue de un militarismo europeo con el desarrollo del proyecto de la defensa común, en su conjunto describen una nueva y más fuerte ubicación europea en los equilibrios mundiales.
El fuerte desarrollo de la iniciativa bélica de parte del imperialismo EE.UU. en los años Noventa (en Irak, en los Balcanes, en Afganistán) ha sido y sigue siendo un intento de volver a equilibrar con la propia hegemonía militar el ascenso económico europeo y limitar el nuevo espacio de maniobra de la UE. Al contrario, la participación de los países europeos en las empresas militares de hegemonía norteamericana no ha representado un mero acto de "servilismo", sino la voluntad de participar en la conquista de botines coloniales preconstituyendo las mejores condiciones para el propio interés imperialista al momento de la repartición. Por lo tanto, también la unidad de acción de los Países imperialistas, como siempre, esconde su competición. Y los distintos Estados nacionales capitalistas, lejos de ser absorbidos por una indistinta globalización, constituyen el instrumento decisivo -político, diplomático, militar pero también económico- de las diversas burguesías imperialistas en competencia.
Por otro lado, precisamente el cuadro de las nuevas contradicciones ínter capitalistas impulsa hacia el surgimiento de nuevas potencias regionales o de nuevas ambiciones. El imperialismo británico usa las contradicciones entre EE.UU. y UE poniéndose como encrucijada de las relaciones diplomático-militares entre los dos polos a fin de su propio fortalecimiento. La Rusia burgués de Putin entra en el paso abierto por la competición entre EE.UU. y UE para relanzar un propio espacio estratégico internacional. La burocracia china, a su vez, aspira a capitalizar el declive de Japón para invertir su propia excepcional potencia económica en un proyecto de hegemonía sobre gran parte de Asia: dentro de un proyecto de restauración capitalista interna que, aún inacabado, pone serias incógnitas sobre la futura estabilidad social y política de aquel País.
En definitiva, el entero marco internacional capitalista no lleva el signo dominante de la homogénea uniformidad "unipolar", sino de una creciente inestabilidad potencial.


TESIS 4 - GUERRA
La reanudación de la guerra y de las guerras en los años Noventa tiene rasgos y finalidades imperialistas. No refleja un genérico "fundamentalismo del mercado global" contrapuesto al "fundamentalismo del terror". Refleja el gran relanzamiento de las políticas coloniales del capitalismo, liberadas por el derrumbamiento de la Urss, empujadas por la crisis económica internacional, alimentadas por las mismas contradicciones entre los distintos bloques capitalistas. Hoy la guerra contra Afganistán se inserta plenamente en este marco. Por esto los comunistas tienen que asumir la lucha contra la guerra y "por la paz", como lucha de masas anticapitalista más allá de un mero horizonte pacifista. Sin algún avalo al papel filo-imperialista de la OTAN y sin reconocer al imperialismo ningún "derecho de policía internacional".

Después del derrumbamiento de la URSS, recurrir a la guerra ha constituido un instrumento central de definición del nuevo orden imperialista del mundo. La guerra contra Irak, Serbia, Afganistán, refleja al mismo tiempo la nueva potencia del imperialismo y la nueva inestabilidad del mundo: dentro de una relación contradictoria en la cual el despliegue de la fuerza más criminal del imperialismo es también la respuesta a su crisis de hegemonía, a la dificultad de reorganizar, bajo el propio control, un orden estable de los nuevos equilibrios mundiales.
Los hechos de América del 11 de septiembre y los sucesivos acontecimientos se ubican en este marco general: y hay que analizarlos con el método marxista, no con las categorías del "impresionismo" o del pacifismo abstracto.
El acto terrorista de Nueva York y en general el terrorismo panislamista no reflejan simplemente un principio ideológico ("el fundamentalismo del terror"): representan una respuesta distorsionada e inaceptable a la barbarie capitalista, en particular a la opresión criminal de los pueblos de Oriente medio, a partir de la nación árabe y del pueblo palestino. Una barbarie cuya amplitud y cuyos crímenes en todas las latitudes del mundo son infinitamente más grandes del peor acto terrorista. El fundamentalismo islámico es desde siempre históricamente un adversario de las aspiraciones sociales y democráticas de los pueblos oprimidos y de la nación árabe. Por esto, en el contexto del orden mundial de la post-guerra, ha sido repetidamente apoyado por las potencias coloniales contra los movimientos de liberación y las tendencias laico-democráticas de los Países dependientes. Después del derrumbamiento de la Urss, el fundamentalismo islámico ha perdido su propia funcionalidad filo-occidental y se ha transformado en un factor objetivo de desestabilización. Paralelamente la creciente desesperación social y política de amplios sectores de masas oprimidas, junto con el sometimiento más orgánico al imperialismo de los regímenes burgueses árabes, desafortunadamente ha transformado de hecho el fundamentalismo en el canal distorsionado de una presión difusa de insurrección.
La reacción militar de los Estados dominantes a los hechos del 11 de septiembre tiene aquí su raíz. Como en 1991 contra Irak, como en 1998 contra Serbia, la guerra contra Afganistán no refleja un abstracto "fundamentalismo del mercado" y una "respuesta equivocada" al terrorismo. Al contrario representa la voluntad de reafirmar el control imperialista sobre el mundo contra cualquier factor posible de ingobernabilidad. De aquí el intento de utilizar el acto terrorista del 11 de septiembre y sus enormes repercusiones emotivas como ocasiones para relanzar los intereses imperialistas en áreas estratégicas del planeta.
Múltiples son las finalidades concretas de la operación:
a) consolidar y extender el control directo sobre Oriente medio y Asia central, zona crucial para los equilibrios internacionales;
b) intimidar a los movimientos de liberación de los Países dependientes;
c) golpear al movimiento obrero internacional, incluso al occidental, tomando el pretexto de la guerra para operar intensas reestructuraciones (con despidos de masas), atacar los derechos sociales e intentar dispersar la reactivación internacional de los movimientos de lucha;
d) combatir la recesión económica con el relanzamiento de los gastos militares.
Dentro de este marco de finalidades comunes imperialistas (sostenidas por interés propio por la Rusia burgués y por la burocracia china) se confirma el marco variable de las contradicciones internacionales: entre el imperialismo norteamericano y el imperialismo europeo; entre el imperialismo británico y Europa continental; entre el área principal del imperialismo europeo (Alemania, Francia e Inglaterra) y el imperialismo italiano; entre la nueva Rusia di Putin y los intereses contradictorios de EE.UU. y Europa; entre las nuevas miras de China y la expansión imperialista en Asia central. Una vez más esto configura no un cuadro pacificado de globalización unipolar sino, al contrario, la nueva inestabilidad mundial y la importancia en esa de los intereses de los estados nacionales y /o de área.
En este marco general el PRC debe redefinir su propia impostación política frente a la guerra. Importante y valiosa ha sido y es la oposición de nuestro partido a la intervención militar en Serbia y hoy en Afganistán. Pero hay que superar la aproximación pacifista en dirección de una clara batalla antiimperialista. El llamamiento a la ONU, al "derecho internacional", a la intervención alternativa de "policía internacional" ha sido y siguen siendo profundamente erróneos. La ONU ha sostenido y cubierto a lo largo de todos los años 90's las peores piraterías del imperialismo hasta promover el detestable embargo genocida anti-iraquí. Esta no representa ni puede representar, ni siquiera en forma distorsionada, la así llamada soberanía internacional. En una sociedad de clases y mucho más en la época del imperialismo nunca ha existido y podrá existir un derecho internacional neutral, por encima de las clases y de los Estados. El derecho internacional es sólo la cobertura jurídica de los intereses de los Estados dominantes. Y el único derecho que los Estados dominantes ejercen y reivindican es el derecho a doblegar con el terror cualquier forma de resistencia a su propio dominio sobre el mundo.
Por esto los comunistas deben desarrollar la lucha contra la guerra como lucha de clases anticapitalista y antiimperialista al lado de los pueblos oprimidos agredidos. No hay ninguna "policía internacional" que se debe reivindicar "contra el terrorismo"; la única policía internacional que se debe invocar contra la barbarie del capitalismo es la perspectiva revolucionaria internacional de las masas oprimidas. Que es la única verdadera respuesta alternativa al fundamentalismo terrorista.


TESIS 5- UTOPÍA DEL REFORMISMO
La idea de la reforma social y humanitaria del capitalismo, desde siempre fracasada, es hoy más utópica que nunca. La idea de "gobiernos reformadores" que en Italia, en Europa, en el mundo puedan actuar una reforma antiliberalista en ámbito capitalista, constituye hoy más que nunca no sólo una ilusión sino una trampa para las clases subalternas y los movimientos. El apoyo que el PRC ha dado a la experiencia de gobierno francés de la "gauche plurielle" ha constituido una equivocación profunda. Precisamente el viraje histórico de nuestro tiempo repropone la actualidad de una ruptura estratégica con el reformismo como fundamento decisivo de una refundación comunista revolucionaria.

El actual marco internacional confirma más que nunca el agotamiento de un espacio histórico reformista.
Ya la experiencia histórica de dos siglos da valor a la posición originaria de Marx y del marxismo revolucionario contra cualquier ilusión reformista y "gubernativa". Y desmiente en la forma más radical el viraje estratégico impreso por el estalinismo al movimiento comunista internacional a partir de la mitad de los años Treinta en torno a la perspectiva de los así llamados "gobiernos reformadores" o de "democracia progresiva". Incluso cuando hayan sido permitidos por condiciones económicas y grandes movimientos de masas, los gobiernos reformadores han sido siempre, sin excepción, adversarios de los trabajadores: las mismas concesiones reformadoras, tal vez arrancadas por la presión de masas, han sido dispensadas a fin de contener los impulsos más radicales de los movimientos y la sobre vivencia de la sociedad burguesa. Precisamente por esto, lejos de representar una fase de la transición al socialismo, los gobiernos reformadores han a menudo abierto el camino a virajes reaccionarios o a profundos retrocesos del movimiento obrero. Así ha sido con respecto a los gobiernos reformadores de finales de 1800-principios de 1900 (giolittismo); así ha sido con respecto a los gobiernos reformadores de "frente popular" en los años 30's (véase Francia y España). Así ha sido con respecto a los gobiernos reformadores en Europa a principio de los años 70's (véase Portugal).
Pero mucho más hoy la ilusión de gubernativa es desmentida a la raíz por la ausencia de un espacio histórico reformista. La combinación de la crisis capitalista y del derrumbamiento de la URSS ha erosionado las presuposiciones de las concesiones reformadoras en Occidente que se habían madurado en la segunda posguerra. En cualquier lugar las clases dominantes trabajan para retomar con intereses lo que antes habían concedido. En cualquier lugar los gobiernos burgueses -sean de centroderecha, de centroizquierda o socialdemócratas- gestionan las mismas políticas antipopulares, de restricción y sacrificios para las grandes masas. En cualquier lugar, aunque en formas y con intensidades diversas, los viejos partidos reformistas del movimiento obrero asumen culturas y actitudes liberales en ruptura con su misma tradición. En cualquier lugar la eventual presencia en el gobierno de "partidos comunistas" no sólo no cambia absolutamente la dirección estratégica del gobierno sino que hace igualmente responsables a aquellos mismos partidos de pesadas políticas contrarreformistas exponiéndolos al deterioro de sus relaciones de masas.
En particular hay que reconocer con honestidad, en este marco, el profundo error cometido por nuestro partido apoyando la experiencia de gobierno de Jospin en Francia.
El análisis propuesto por el IV Congreso PRC en apoyo a la "anomalía francesa" ha sido desmentido por los hechos. Así como han sido desmentidos el elogio de la ley francesa sobre las 35 horas y en general las repetidas exaltaciones del gobierno de Jospin en nuestro diario de partido ("Viraje a izquierda en Francia", "Un socialista en Europa"...). En realidad el gobierno Jospin ha gestionado y gestiona los intereses orgánicos del imperialismo francés tanto en el plano interno (con el record de privatizaciones y una política de flexibilidad en favor del empresariado) como en el plano de la política exterior (con la activa gestión de las intervenciones de guerra en los Balcanes y en Afganistán). Lejos de representar una alternativa antiliberalista, representa un gobierno contra reformador, basado en un liberalismo moderado: esto explica tanto el crecimiento de la contestación social de las políticas del gobierno, como la crisis dramática del PFC que sostiene críticamente aquellas políticas. Haber asumido como referencia la izquierda plural francesa ha sido tanto más paradójico considerando que la única izquierda que hoy crece en Europa es aquella extrema izquierda francés que se opone al gobierno de la izquierda plural.
Por lo tanto, precisamente la profundidad de la crisis capitalista y el viraje histórico de nuestro tiempo replantea la actualidad de una ruptura estratégica con el reformismo como fundamento decisivo de una verdadera refundación comunista. No sólo como recuperación de la posición originaria del marxismo y ruptura real con la tradición estalinista sino como respuesta necesaria hoy a la barbarie del capitalismo y a la regresión de civilización que su crisis arrastra.


TESIS 6 - ACTUALIDAD DEL SOCIALISMO
El relanzamiento internacional de una perspectiva socialista y revolucionaria, en su complejidad, es el tema central, hasta ahora removido, de la refundación. "Otro mundo es posible": no como reforma del capital sino como alternativa de sistema, como socialismo. Esto no responde a una petición " ideológica", ni atañe sólo a la identidad de los comunistas: al contrario, responde al interés general de las clases subalternas, de los pueblos oprimidos, de la gran mayoría de la humanidad.

La crisis coyuntural de capitalismo y reformismo replantea la actualidad histórica de la perspectiva socialista como única salida de la crisis de la humanidad.
En el marco de la crisis capitalista y del dominio del imperialismo, todas las cuestiones decisivas que atañen a la condición del género humano y su futuro, no sólo no pueden encontrar solución, sino están destinadas a empeorarse. Al contrario, todas las exigencias y demandas de emancipación y liberación chocan cada vez más con la propiedad burguesa y la naturaleza burguesa del Estado dentro del cerco de la crisis.
Las demandas sociales más elementales (defensa de los salarios, salvaguardia o conquista del trabajo, defensa de las protecciones sociales) en cualquier parte chocan, cotidianamente, con los imperativos opuestos de la ganancia y de la competición global.
Las reivindicaciones nacionales de los pueblos oprimidos, a partir del pueblo palestino, chocan cada vez más, mucho más después del derrumbamiento de la Urss, con el monopolio del control imperialista sobre el mundo y con la más rígida alineación con éste de las mismas burguesías nacionales de los países dependientes.
Las reivindicaciones medioambientalistas son frustradas por la creciente asimilación de la naturaleza al mercado capitalista y por el despiadado abatimiento de los costos inducido por la crisis.
Las reivindicaciones de paz y antimilitaristas chocan más que nunca con los vientos de guerra del capital, con los nuevos impulsos coloniales, con el keynesismo militar de los estados imperialistas.
Las mismas demandas democráticas chocan con las restricciones de las libertades, los nuevos impulsos xenófobos, la involución del derecho arrastrados por la crisis social y por las intoxicaciones belicistas.
En cada terreno y en cada vertiente, todas las peticiones de progreso remiten hoy objetivamente a un nuevo orden del mundo, a una nueva organización de la sociedad humana, liberada del capitalismo y de sus compatibilidades. No se trata de pedir al capital que sea social, democrático, medioambientalista y pacífico. Se trata de asumir cada reivindicación de clases, democrática, medioambientalista y pacífica contra el capital y para su derrumbamiento.
"Otro mundo es posible". No como reforma del capital, al contrario absolutamente utópica e imposible, sino como socialismo: como abolición de la propiedad capitalista; como adquisición de parte de la propiedad social de los medios de producción, comunicación, intercambio; como organización de una economía mundial democráticamente planeada en la cual el mismo modelo de desarrollo pueda ser redefinido sobre la base de la primacía de la calidad de vida, de las necesidades sociales, de la relación con el medio ambiente y entre los pueblos. Nada es más irracional de un sistema económico en el cual el crecimiento de la pobreza (recesión y desempleo) está determinado por un exceso de riqueza producida (sobreproducción). Nada es más hipócrita de una celebrada "democracia" internacional en la cual un puñado de doscientos colosos multinacionales en lucha por el control de la economía del mundo concentra en sus propias manos un poder incontrolado e incontrolable. Sólo una revolución socialista puede borrar estas verdaderas monstruosidades.
El mismo desarrollo impetuoso de la ciencia y la técnica (en el campo de la informática, de la biotecnología...) pone más que nunca la exigencia de un nuevo orden social mundial. Sujetas a la propiedad privada y a los imperativos de la ganancia, las innovaciones tecnológicas y científicas, fuente potencial de nuevos horizontes de progreso, se transforman paradójicamente en instrumentos de nueva subordinación y nuevo colonialismo (véase las patentes).
Por otro lado la misma dirección de la investigación científica y tecnológica, sus estructuras de gestión y financiación son cada vez más incorporadas al capital financiero y a los consejos de administración de las grandes empresas, y por lo tanto subordinadas a las leyes capitalistas. Sólo una economía democráticamente planeada puede, por lo tanto, marcar un viraje histórico en la relación entre humanidad y ciencia. Sólo con la abolición de la propiedad privada, sólo con la afirmación del control social de productores y consumidores sobre "qué, cómo y para quién producir" en cada País y a escala mundial será posible liberar las extraordinarias potencialidades de la ciencia para la vida de la especie.
En definitiva, la superación de la propiedad privada y del mercado -es decir el esencial programa del Manifiesto de Marx y Engels- sigue siendo inevitablemente un punto central de la perspectiva comunista.
Por cierto: la recuperación de este programa no agota, obviamente, la refundación comunista. En efecto, el programa marxista debe ser continuamente desarrollado, enriquecido sobre la base de las mutaciones históricas que se han producido y de las grandes experiencias del movimiento obrero de este siglo. Pero precisamente la actualización del programa presupone antes que nada su recuperación y su rescate de las profundas distorsiones de las cuales ha sido objeto.


TESIS 7 - EL NUDO DEL PODER
Una economía democráticamente planeada presupone y requiere la conquista del poder político de parte de las clases subalternas. Remover la cuestión del poder, eludir la cuestión de su conquista y de la ruptura revolucionaria del Estado burgués, significa remover, más allá de las palabras, la perspectiva socialista y la idea misma de revolución. En este sentido el PRC está llamado a superar la llamada gandhiano a la "no violencia" como propia referencia cultural.

En la última década diversas tendencias político-culturales "neoreformistas" han intentado teorizar la superación de los Estados nacionales y de su poder como corolario del "nuevo capitalismo". De esto ha surgido la explicita cancelación del tema mismo del poder político y de su conquista (véase Revelli), en nombre de la recuperación más o menos actualizada de antiguas sugestiones "cooperativistas" como elemento propulsor de "otra sociedad posible". En realidad estas teorías no sólo no desarrollan el marxismo sino retroceden a un premarxismo ingenuo, a veces subalterno en sus traducciones prácticas a las mismas políticas liberalistas (véase el papel del sector terciario como frecuente sustituto del servicio público y lugar de concentración de mano de obra flexible).
En cambio, naturaleza y crisis del capitalismo contemporáneo y del imperialismo replantean más que nunca el tema del Estado y del poder como nudo estratégico decisivo. Contra la hipocresía ideológica del liberalismo, los Estados nacionales y los gobiernos burgueses que los gestionan son y siguen siendo un soporte decisivo de la ganancia: tanto en la promoción activa de las políticas de flexibilidad, privatización, reducción de los salarios y del gasto social; como en la expansión anómala del apoyo financiero directo al capital en crisis, según lo que se deduce hoy siempre más abiertamente del nuevo curso de la política económica norteamericana. Pero, sobre todo la reactivación del militarismo y las políticas de restricciones antidemocráticas y de represión directa con respecto a la vertiente interna del orden público -conexas con las crisis de consenso social- replantean hoy, más que nunca, el corazón auténtico y profundo de la naturaleza del Estado burgués: aquél de un "cuerpo de hombres en armas" (Engels) detentador del monopolio de la violencia: contra los pueblos oprimidos del mundo y contra las clases subalternas en las mismas metrópolis imperialistas. La experiencia de represión de Génova es un manifiesto vivido de esto. Así como las políticas de terror desplegadas por el imperialismo, en tiempos de guerra como "de paz".
Ningún nuevo orden social, ningún socialismo, podrá afirmarse a la sombra del aparato dominante del Estado burgués. Ni es pensable que aquel aparato pueda ser instrumento de las clases subalternas en la transición hacia una sociedad de libre e iguales. Al contrario, la ruptura del aparato estatal y su derrocamiento representan la condición necesaria para un proceso de liberación social. En este sentido, la ruptura del aparato estatal burgués es el fundamento de la concepción misma de la revolución. Y viceversa, la evocación de la categoría de la revolución fuera de la llamada estratégica a la ruptura revolucionaria con el Estado se reduce a una "oración escarlata", carente de cualquier contenido real.
El PRC por lo tanto es invitado a superar la llamada gandhiana a la "no violencia" como principio cultural de referencia. En primer lugar esta referencia, coherentemente asumida, constituiría un acto de ruptura con la historia misma de la lucha de clases como resorte universal del progreso: y en particular con dos siglos de lucha del movimiento obrero y de los pueblos oprimidos contra el capitalismo y el imperialismo. El ejercicio de la fuerza de las clases subalternas ha constituido y constituye en la historia del mundo un uso frecuentemente insustituible para defender o conquistar libertades democráticas elementales, derechos sindicales, conquistas sociales, autodeterminaciones nacionales. Igualar la violencia de las clases dominantes y aquélla de las clases subalternas en nombre de un indistinto rechazo de la "violencia" en general, significaría asentarse sobre un pacifismo metafísico. Sin embargo, sobre todo la metafísica de la "no violencia" constituye un factor de ruptura con la perspectiva misma de la revolución. El aparato del Estado burgués siempre se ha contrapuesto y se contrapondrá con todos los medios disponibles a la perspectiva de emancipación de las clases subalternas. Y esto mucho más en la época del imperialismo, del relanzamiento del militarismo, del difuso fortalecimiento de las tendencias represivas (véase Génova). Por esto, el problema de la fuerza queda enmarcado, en toda su complejidad, en el horizonte estratégico de la revolución. Pensar en eludirlo a través de la llamada filosófica a la "no violencia" significaría replantear viejas ilusiones reformistas que grandes masas y los comunistas mismos ya han pagado caro: como en Chile de 1973. Fuerte, obviamente, es la denuncia de las teorías y las prácticas del terrorismo, así como en un nivel diferente, de culturas y prácticas de la violencia del tipo nihilista-destructivo (Black Block). Pero hay que levantar esta denuncia no desde un ángulo pacifista, y menos desde una identificación con el Estado o con su acción represiva, sino desde un ángulo revolucionario: desde una política que tiende a construir en las luchas de clases la conciencia profunda de la necesidad estratégica de la revolución como proceso de masas, y precisamente por esto irreductiblemente contraria a formas de acción que al contrario fortalecen el Estado, dañan los movimientos, distorsionan la identidad misma de la perspectiva revolucionaria en la percepción de la mayoría de los trabajadores y los jóvenes.


TESIS 8- REVOLUCIÓN DE OCTUBRE Y DEGENERACIÓN BUROCRÁTICA
La recuperación del programa de la revolución de Octubre es condición decisiva de la refundación. Lo que ha fracasado en la URSS no es la planeación económica del Estado sino la gestión burocrática de la economía planeada. Lo que ha fracasado en la URSS no es el poder de los trabajadores sino la clase burocrática que lo ha destruido.

La refundación comunista debe recuperar plenamente el programa originario de la Revolución de Octubre. Lo que ha fracasado en la URSS no es la planeación económica del Estado en lugar del mercado capitalista. Al contrario la expropiación de la burguesía y la concentración en las manos del Estado de los medios de producción ha garantizado a aquellas poblaciones grandes conquistas sociales, hoy, no casualmente, en la mira de la restauración capitalista. El insospechable Banco Mundial declara hoy: "La planeación ha dado resultados impresionantes: crecimiento de la producción, industrialización, educación de base, atención médica, vivienda y trabajo para la población entera... En el sistema de planeación los Países del COMECON eran sociedades con un alto nivel de educación... Incluso en China, los niveles de los resultados educativos eran, y todavía son, excepcionales si los comparamos con los Países en vía de desarrollo... En la URSS y en los Países del COMECON las empresas eran impulsadas a emplear el número máximo de personas posible y por esto era mucho más común tener escasez de mano de obra que desempleo..."
Lo que ha fracasado es la gestión burocrática de la economía planeada, que ha progresivamente expropiado a los trabajadores y sus organismos democráticos de cualquier función de gestión y control, en favor de un estrato social privilegiado y parasitario. Un estrato social que ha concluido su parábola histórica transformándose en agente de la restauración capitalista y, por lo tanto, en una nueva clase burguesa explotadora. Un proceso que ha confirmado la validez del análisis marxista sobre la degeneración de la URSS así sintetizada por Trotsky en 1938: "El pronóstico político tiene un carácter alternativo: la burocracia, volviéndose cada vez más el órgano de la burguesía mundial en el Estado obrero, destruye las nuevas formas de propiedad y empuja al País hacia el capitalismo, o la clase obrera aplasta a la burocracia y se abre un camino hacia el socialismo" (Programa de transición).
Y más: lo que ha fracasado en la URSS no es la conquista del poder político, la ruptura de la máquina estatal burguesa, el poder político de los soviet. Al contrario, la superación revolucionaria de la falsa democracia burguesa y la construcción de una democracia nueva y superior ha representado no sólo una experiencia histórica extraordinaria sino también una referencia decisiva, teórica y práctica, para el mismo surgimiento del movimiento comunista de este siglo. Lo que ha fracasado al contrario, es el poder de una burocracia que a poco a poco ha desmantelado la democracia de los soviet y del partido, transformando la dictadura del proletariado en la dictadura de la burocracia sobre el proletariado. Sus crímenes feroces contra trabajadores y comunistas, en la URSS y en el movimiento comunista internacional, no han representado una abstracta patología del "poder" como tal: sino un medio brutal de defensa del privilegio burocrático contra el programa originario de le revolución de Octubre. Por esto remover la categoría misma de la conquista revolucionaria del poder político en nombre de la "ruptura con el estalinismo" significaría paradójicamente celebrar, de hecho, su victoria póstuma.
Al contrario hace falta aprender de la experiencia de la URSS, retomando el programa fundamental de Lenin y Trotsky y, en Italia, de Gramsci: aquél que combina la abolición de la propiedad burguesa con la construcción de un nuevo poder, de la democracia de los consejos. Una democracia que redefine naturaleza y sujeto del poder, supera la escisión entre masas e instituciones, abole los privilegios de los representantes elegidos, sanciona la revocabilidad permanente de estos últimos. Una democracia que supera y remueve aquella red de poderes legales e ilegales, patentes y ocultos, que siguen siendo el corazón de cualquier democracia burguesa como instrumento de intimidación permanente contra los trabajadores. En fin, una democracia que es superior precisamente porque supera y remueve la separación burocrática del Estado burgués y porque conjuga el respeto del pluralismo político y el carácter público de la propiedad.
En definitiva, del fracaso del estalinismo hay que salir no en dirección de un "socialismo de izquierda" reformista-pacifista, sino en la dirección opuesta de la refundación comunista revolucionaria.


TESIS 9 - IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE LA CLASE OBRERA
La clase obrera y el mundo laboral, en su nueva composición y extensión, representan el sujeto central de una perspectiva socialista. La crisis de hegemonía del liberalismo y el asomarse de una nueva generación de trabajadores marcan el actual deshielo de las luchas, que confirma y relanza las grandes potencialidades del movimiento obrero. A su vez, la clase laboral podrá cumplir con el papel histórico de "clase general" sólo recomponiendo en un terreno anticapitalista el conjunto de las demandas de emancipación y liberación.

En la última década en particular, en los últimos veinte años en general, en el trasfondo de la avanzada capitalista los círculos dominantes internacionales han desplegado una gran ofensiva político-cultural que tendía a afirmar la crisis estructural o la "desaparición" de la clase obrera. No sólo la socialdemocracia internacional, sino amplios sectores políticos e intelectuales de la misma "izquierda crítica" han acogido y replanteado, en formas diversas, esta leyenda. Nuestro mismo partido, aunque haya rechazado justamente las conclusiones últimas de aquella impostación no ha desarrollado contra ella una contraofensiva adecuada.
La realidad mundial desmiente radicalmente la propaganda dominante. Lejos de registrar la desaparición o la redefinición de la clase laboral, el escenario mundial está marcado por un amplio proceso de proletarización que acrecienta globalmente las masas sociales del trabajo subordinado modificando al mismo tiempo su composición. En los países imperialistas la reducción del nivel de concentración de la clase obrera industrial, afectada por una amplia ofensiva capitalista, se combina con los procesos de proletarización de amplios sectores de empleados en el campo de la educación, de los servicios, los transportes, los seguros y el crédito, las comunicaciones, y con una integración en el trabajo asalariado, en su forma particularmente opresiva de la precariedad laboral, de sectores crecientes de jóvenes desempleados. Las mismas relaciones de trabajo para-subordinado formalmente autónomo son de hecho expresiones de trabajo asalariado. En los países dependientes el mismo proceso internacional de descentralización productiva determina una masiva concentración de clase obrera industrial, a menudo sometida a los más clásicos mecanismos de explotación taylorista. Globalmente, por lo tanto, la misma clase obrera de la industria conoce a nivel mundial una indudable extensión.
Igualmente sin fundamentos es la teoría de la crisis de rol de la clase obrera y de la marginación de la lucha de clases. La contradicción entre capital y trabajo penetra como nunca todos los ámbitos de la sociedad capitalista contemporánea. Por un lado, la crisis capitalista empuja a las clases dominantes hacia una continuidad de la propia ofensiva central contra el trabajo, más allá de cualquier variación del ciclo económico coyuntural. Por el otro, el mundo laboral, que también ha sufrido repetidas derrotas y un retroceso profundo en los años 80's y 90's, conserva un gigantesco potencial de lucha: ninguna de las principales derrotas sufridas en los últimos veinte años ha sido de por sí determinada por la así llamada "crisis estructural de la clase laboral" sino por las responsabilidades políticas y sindicales de sus burocracias dirigentes. Ciertamente cada vez la derrota sufrida, con el retroceso social y los efectos de desaliento que de aquélla seguían, se reflejaba en las relaciones de fuerza y a menudo indirectamente en la composición social proletaria: pero no era esta última que la determinaba, al contrario era en gran medida determinada por ella. La lucha de clases, al interno de la contradicción entre capital y trabajo, sigue siendo por lo tanto, más que nunca, el eje central de formación, descomposición, reconstitución de los bloques sociales y de las relaciones de fuerza en cada país capitalista y a escala internacional.
Por otro lado, contra cualquier profecía derrotista (véase Marco Revelli), la tendencia a la reactivación del movimiento de clases marca hoy, en formas diversas, gran parte del cuadro mundial. Ya en los años 90's, aunque en un contexto globalmente negativo, las movilizaciones obreras que se desarrollaron en la Europa capitalista (Italia 1994 y Francia 1995) y en Asia (Corea 1995) indicaban las potencialidades de la acción social concentrada y masiva del movimiento obrero, desmintiendo radicalmente las tesis sociológicas de gran parte de la literatura "postfordista". Hoy el asomarse de una nueva generación obrera a escala internacional se acompaña a una reactivación más visible y difusa de las luchas de los trabajadores. El "deshielo" es un fenómeno mundial y tiene una base material profunda: la creciente crisis de hegemonía de las políticas liberalistas, después de veinte años, en la mayoría de la población mundial. Las clases dominantes han acrecentado en veinte años su propio poder sobre los trabajadores y el propio dominio en la sociedad: pero en detrimento del consenso social. Su poder ha aumentado, su hegemonía se ha reducido. Y hoy la crisis de hegemonía de la burguesía internacional alimenta una nueva reacción de lucha que encuentra en sus jóvenes trabajadores su propio detonante natural. Millones de jóvenes trabajadores y trabajadoras ya no se resignan a un futuro peor de aquél de sus padres. Y el capital en crisis no tiene nada que ofrecerles aparte de un empeoramiento ulterior de las condiciones de trabajo y de vida. Esta contradicción marcará en lo profundo toda la próxima fase histórica. El relanzamiento y la extensión de las movilizaciones de clases, más allá de las imprevisibles dinámicas contingentes y de los posibles reflujos temporales, tenderán a apoderarse del escenario internacional.
El relanzamiento de una perspectiva socialista y revolucionaria puede y debe encontrar la propia raíz central en esta reactivación del movimiento obrero internacional, como sujeto central de la alternativa anticapitalista.
Esto no significa ni debe significar un repliegue "obrerista-sindicalista". El movimiento obrero internacional podrá configurarse como detonante central de una alternativa revolucionaria a condición de que no se limite a una mera acción sindical o de fábrica: al contrario, recomponiendo sobre un terreno anticapitalista y de clases el conjunto de las demandas de emancipación y liberación, el conjunto de sujetos portadores de tales demandas a escala mundial.
Bajo este perfil las así llamadas teorías del "poli centrismo" (abrazadas por el mismo PRC), que asimilan la contradicción entre capital y trabajo al conjunto indistinto de las otras condiciones (medioambientales, de paz, de género...), invierten la cuestión estratégica real. No se trata de acercar a la "cultura de clases" la " cultura medioambiental", la "cultura de género", la "cultura de paz" a menudo asumidas en su expresión ideológica neoreformista. Se trata, al contrario, de desarrollar la hegemonía anticapitalista y de clases sobre el terreno del medio ambiente, de la paz, de la liberación de la mujer, al interno de un proceso de reconstitución aglutinante para la alternativa de sistema.


TESIS 10 - MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÓN
El asomarse de una joven generación en el terreno de la lucha (movimiento antiglobalización), repropone hoy más que nunca la actualidad del relanzamiento de una perspectiva histórica revolucionaria. La conquista de la joven generación a la perspectiva socialista es una tarea difícil pero decisiva de la Refundación.

El nacimiento y el desarrollo del movimiento antiglobalización a escala mundial no están separados de la reactivación de la lucha de clases. Refleja la misma crisis de hegemonía del liberalismo que alimenta la reactivación de las luchas sociales. Así como refleja ese mismo despertar de amplios sectores de jóvenes, que marca el viraje en la movilización de los trabajadores. La misma composición social del movimiento a menudo está marcada por una amplia presencia de jóvenes que están en una situación laboral precaria.
Pero la importancia del movimiento antiglobalización no se debe sólo al síntoma que refleja, sino a las consecuencias que produce. Las movilizaciones masivas contra las cumbres capitalistas internacionales, a lo largo del itinerario de Seattle, Praga, Niza, Génova, han mostrado con grande potencia simbólica a las clases subalternas del mundo entero que las políticas dominantes pueden ser contestadas, que una masa creciente de jóvenes las hace objeto de un abierto rechazo. Este hecho ha favorecido un amplio y difuso consenso alrededor de las razones del movimiento, un salto neto de la sensibilidad crítica antiliberalista de amplios sectores de masas; un estímulo objetivo a la misma reactivación de la lucha de la clase obrera en muchos países. Por otra parte, en distintos países, las movilizaciones antiglobalización han visto, en formas diversas, la participación directa de sectores de clases y de sus organizaciones sindicales y/o políticas. En general, el movimiento antiglobalización ha capitalizado y canalizado en un marco amplio todas las instancias de contestación del actual orden mundial (sociales, democráticas, medioambientales, de paz) por un lado reflejando, por otro promoviendo una mutación difusa de la percepción pública del capitalismo. Las potencialidades anticapitalistas de este movimiento, por latentes que sean, son ciertamente de gran importancia.
Sin embargo, limitarse al elogio del movimiento antiglobalización y hasta promover un culto a su espontaneidad, como de hecho hoy hace nuestro partido, constituye un error profundo. En efecto, decisiva es y será la dirección de marcha del movimiento, con respecto a las orientaciones programáticas que ahí prevalecerán, con respecto a las elecciones políticas que de ahí seguirán, con respecto al signo de hegemonía social que ellas reflejan.
Gran parte de las culturas hoy hegemónicas en el movimiento antiglobalización internacional son del tipo neoreformista. No se trata de "despreciarlas" sino de entender la raíz histórico-social de estas y la recaída profundamente negativa con respecto a las razones del movimiento mismo.
En el trasfondo del retroceso del movimiento obrero de los años 80's-90's, dentro de una situación histórica marcada conjuntamente por la crisis de hegemonía del liberalismo y la crisis de prestigio del "socialismo" (en su representación histórica heredada) se ha determinado un amplio campo de desarrollo de culturas "críticas" del capitalismo pero no anticapitalistas: de culturas y programas que tienden a buscar otro mundo posible dentro del capitalismo y no en alternativa a éste. Estas culturas políticas no son homogéneas y, al contrario, están marcadas por diferencias profundas: incluyen tendencias que colaboran abiertamente con fuerzas e institutos del capitalismo mundial en una lógica de presión crítica sobre sus acciones; tendencias neokeynesianas entregadas a la búsqueda de una racionalización anti especulativa del capital (véase las cumbres de ATTAC); tendencias basadas en las experiencias del sector terciario y en la recuperación cultural de antiguas sugestiones cooperativistas (neoproudhonianas); tendencias anárquico-rebeldes portadoras de una especie de "neo-ludismo" (Black block). Pero su rasgo común es la búsqueda ilusoria de un capitalismo "equitativo", o la reivindicación de un propio espacio antagonista dentro del capitalismo: de todos modos, la negación de una perspectiva socialista y de la importancia central de la contradicción entre capital y trabajo como detonante de una alternativa social. En este sentido, tales culturas amenazan con desviar el anticapitalismo latente del movimiento y los sentimientos antiliberalistas de millones de jóvenes hacia un horizonte al mismo tiempo utópico y subalterno: obstaculizando objetivamente el desarrollo de la conciencia política del movimiento y su convergencia de lucha con la clase obrera internacional y con los movimientos de liberación de los pueblos oprimidos.
Los comunistas deben arraigarse a fondo en el movimiento antiglobalización, participar activamente en su construcción y sus estructuras, vincularse profundamente a los sentimientos de masas antiliberalistas, entendiendo sus extraordinarias potencialidades: cualquier actitud de despego, de suficiencia doctrinaria hacia el movimiento debe ser obstaculizada abiertamente. Pero la lucha contra las posiciones reformistas, por una hegemonía alternativa es la razón misma de la presencia de los comunistas en el movimiento. Hegemonía no es ni una predicación ideológica ni una imposición burocrática: hegemonía es lucha abierta por la conquista política e ideal del movimiento a un programa anticapitalista; para enlazar todas las razones profundas que el movimiento expresa en lo vivo de su experiencia cotidiana (razones sociales, medioambientales, democráticas, de paz) con la perspectiva socialista; para reconducir consecuentemente todas las instancias de fondo del movimiento al encuentro estratégico con la clase obrera. El afirmarse en el movimiento antiglobalización de una hegemonía anticapitalista de la clase obrera, cual sujeto central de un bloque histórico alternativo a escala mundial, es sobre todo hoy una exigencia vital para el mismo movimiento. El nuevo escenario de guerra imperialista pone al movimiento frente a una prueba laboriosa que requiere un salto de conciencia política y de horizonte. El enfrentamiento entre imperialismos y pueblos oprimidos tenderá a empeorarse. El enfrentamiento de clases en el frente interno tenderá en cualquier parte a exacerbarse. El movimiento ya no puede vivir de iniciativas simbólicas, de críticas intelectuales sobre las injusticias del mundo, de recetas académicas utópicas o minimalistas, sin correr el riesgo de deteriorar su propia fuerza. Ni puede entregarse a una práctica genérica de "desobediencia". En todo caso, una página del movimiento se ha cerrado. Es necesaria una elección clara de colocación social y de horizonte estratégico en cada país y a escala mundial. No es suficiente una crítica al liberalismo sin tomar partido abiertamente al lado de los trabajadores y de sus luchas. No es suficiente una crítica de los poderes dominantes del mundo sin tomar partido al lado de los pueblos dominados. En cada terreno, los hechos pondrán la alternativa entre opciones reformistas y anticapitalistas, pacifistas o antiimperialistas, al interno del debate mismo del movimiento.
Los comunistas pueden y deben empeñarse en un terreno más difícil pero más avanzado porque un amplio sector de la joven generación madure una conciencia política y revolucionaria de clase. Por esto la construcción de una tendencia revolucionaria internacional en el movimiento antiglobalización es cuanto más hoy una necesidad ineludible.


TESIS 11 - CAPITAL Y CUESTIÓN MEDIOAMBIENTAL
Los procesos políticos y las dinámicas del capital de los años Noventa han sido devastadores para el medio ambiente. Todos los viejos problemas se han extendido, han emergido nuevas emergencias a escala planetaria. Se hace siempre más estrecho el enlace entre cuestiones ambientales y sociales. Frente de todo esto, tanto las aproximaciones ético-culturales como el reformismo verde se han demostrado inadecuados e impotentes. La construcción de un eficaz movimiento medioambientalista requiere la ampliación de su base social y un programa de objetivos claramente anticapitalistas: en última instancia, un nuevo modelo de desarrollo no será posible sin un nuevo modo de producción, sin el derrocamiento del capitalismo. Esta es la aproximación estratégica que los comunistas deben llevar incluso en su intervención en el movimiento.

El capitalismo no es capaz o no está interesado en resolver los problemas medioambientales, viceversa, la devastación ambiental es hoy una consecuencia intrínseca de la lógica de la ganancia. Los años noventa han visto la multiplicación de muchos problemas y crisis medioambientales, con una relación cada vez más estrecha entre involución de las condiciones políticas y sociales y empeoramiento de las condiciones medioambientales. El hecho es que las dinámicas objetivas del modo de producción capitalista -cada vez menos controladas por los vínculos sociales y políticos que en las décadas precedentes habían conllevado al crecimiento de los movimientos medioambientalistas y a la adopción de toda una serie de intervenciones de protección ambiental- han llevado a la extensión y al empeoramiento de los viejos problemas (contaminación, nocividad de las fábricas, devastación del territorio, desarrollo de tecnologías de alto riesgo, degradación de los ambientes naturales e históricos, etc.) y a la creación de nueva emergencias a escala siempre más extensa, tendencialmente planetaria (problemas de los desechos, agujero de ozono, efecto invernadero, deforestación, empobrecimiento de la biodiversidad, etc.).
Las derrotas obreras y la búsqueda de producción a costo más bajo en efecto lleva a abatir también las medidas de protección medioambiental y de prevención médica, a explotar los recursos y el territorio de la forma más destructiva, a ignorar los vínculos sociales y las compatibilidades medioambientales. La liberalización del comercio tiende a generalizar la explotación incontrolada e ilimitada de los recursos medioambientales minando los sistemas de regulación local. Con la privatización de los servicios, la lógica de la ganancia se adueña de los bienes comunes como el agua y por medios de patentes logra monopolizar los recursos biológicos y los avances científicos y tecnológicos, franqueando cada control democrático y cada preocupación de orden social (ejemplares los casos de los Ogm y de los fármacos anti-Sida). La misma seguridad alimentaria se ha vuelto un problema dramático no sólo en los países del Tercer mundo, donde desde siempre ha sido el producto de la explotación imperialista, sino también en los países desarrollados (caso "vaca loca"), donde es el resultado del productivismo exasperado e incontrolado que domina el sector agro-alimentario, bajo el estímulo de la competitividad y de la ganancia.
Por otro lado, las relaciones de fuerza a escala internacional permiten a las multinacionales, por medio de las elecciones de los gobiernos de los Estados imperialistas, imponer sus desiderata en las negociaciones de los acuerdos internacionales en materia medioambiental (véase la actitud del gobierno de EE.UU. en el caso del protocolo de Kyoto sobre las emisiones de gases-invernadero). Así se quedan sin respuestas eficaces la explotación irracional y la destrucción de las selvas, el empobrecimiento de los recursos biológicos, el crecimiento de los desiertos, los cambios climáticos y las "catástrofes naturales" siempre más frecuentes que derivan de estos cambios. Cada vez más el futuro de la humanidad se identifica con la alternativa "socialismo o barbarie", siendo la tendencia a la barbarie sin duda acelerada por el progresivo deterioro de la capacidad del planeta de sustentar el desarrollo humano.
De frente a estos procesos, en los cuales se entrelazan cada vez más estrechamente cuestiones sociales y ambientales, se revelan cada vez más inadecuadas e impotentes tanto las aproximaciones puramente ético-culturales como las tradicionales políticas de reformismo del partido verde. Hoy los movimientos medioambientalistas se encuentran frente a un dúplice reto: por un lado lograr extender y unificar su propia base social, integrando las necesidades y las demandas de diversos sujetos que son víctimas de las tendencias destructivas del capital; por el otro lograr formular objetivos de lucha y una perspectiva creíbles. Esto es posible sólo en una óptica anticapitalista: en efecto, un nuevo modelo de desarrollo no será posible, en último análisis, sin un "nuevo modo de producción", es decir sin pasar por el derrocamiento del capitalismo. Esto es tanto más verdadero si se considera la intrínseca dimensión internacional de los problemas medioambientales. Es esta la aproximación estratégica que los comunistas deben llevar también en la intervención en y en la construcción del movimiento.
En otro plano, la cuestión medioambiental plantea a la refundación comunista el reto y la tarea de una actualización de sus propios instrumentos teóricos y de la concepción del socialismo. También en este campo, sin embargo, no se parte de cero. Con respecto a la primera tarea, la recuperación de la reflexión originaria del marxismo sobre el nexo capitalismo-naturaleza es un pasaje indispensable para el desarrollo de instrumentos adecuados para enfrentar los temas medioambientales del presente y para una confrontación proficua con las contribuciones críticas del pensamiento ecológico. Por otro lado, es importante redescubrir y releer la excepcional experiencia de los primeros años del poder soviético cuando, también gracias a la clarividencia de Lenin, se desarrolló en la URSS una verdadera "primavera de la ecología" que planteó cuestiones esenciales, como la promulgación de una legislación ambiental, el desarrollo de un movimiento popular independiente para la protección de la naturaleza y la introducción de la sustentabilidad medioambiental entre los vínculos de la planeación económica. Esta extraordinaria experiencia a la vanguardia fue primero interrumpida y luego eliminada por la represión estalinista en los comienzos de los años 30's, pero sigue siendo la prueba viviente de que, no la inspiración marxista o el fin del socialismo, sino más bien su negación estalinista, son responsables del fracaso del así llamado "socialismo real" en campo medioambiental y de la eliminación por muchos años del tema del medio ambiente del campo de reflexión del movimiento comunista.


TESIS 12- PROGRAMA TRANSITORIO
La misma reconstitución del bloque social alternativo requiere la elaboración de un sistema de reivindicaciones y de un método que sepan conectar los objetivos inmediatos de la acción con la perspectiva aglutinante de la alternativa anticapitalista. Superando aquellas concepciones neoreformistas que, en formas distintas, replantean la vieja separación entre "programa mínimo" (objetivos inmediatos) y "programa máximo" (socialismo), simpatizada por la II Internacional de finales del siglo XIX-principios del siglo XX y contra la cual surgió el movimiento comunista.

El viraje de época actual hace absolutamente inaceptable la vieja separación entre programa mínimo y programa máximo del movimiento obrero. Dentro de la crisis capitalista todo objetivo inmediato tiende a chocar con las reducidas compatibilidades del capital. Mientras que la conciencia política de las masas y de sus mismos movimientos de lucha, sobre todo después de las derrotas sufridas, es profundamente inferior a las implicaciones objetivas de sus exigencias.
Esta contradicción de fondo reactualiza la concepción comunista del programa de transición: de un programa que sea capaz de individuar un puente entre conciencia actual de las masas y necesidad de la ruptura anticapitalista.
El programa transitorio no se puede reducir a un esquema escolástico y rígido. E incluso por su misma naturaleza requiere una articulación dúctil, capaz de relación con la concreta dinámica de la lucha de clases. Pero lo esencial es su método: reconducir a las metas revolucionarias toda la política cotidiana, en cada ámbito de asentamiento social, territorial, sindical, afuera de cualquier lógica sectorial, localista o sindicalista. Precisamente por esto no se puede pedir a un programa de transición el respeto de las compatibilidades: al contrario éste se basa en la presuposición que en esta época de crisis las exigencias generales de las masas son incompatibles con la estructura capitalista de la sociedad.
Hoy el empeoramiento de la crisis capitalista mundial, la reaparición a escala internacional de un difuso impulso de clases, el asomarse del movimiento antiglobalización, definen un nuevo marco de referencia para la articulación de un programa transitorio: no como abstracto academicismo sino como respuesta a nuevos niveles de enfrentamiento social y a las nuevas preguntas que miles de jóvenes se ponen.
Con respecto a la vertiente central de la lucha de clases, el agravarse de la crisis capitalista pone la exigencia objetiva de un más elevado nivel de respuesta: tanto en relación con la unificación internacional, como con relación al programa de acción del movimiento obrero internacional.
Las reivindicaciones tradicionales, así llamadas defensivas, en torno a los temas de salvaguardia salarial, del puesto de trabajo, de las protecciones sociales conservan naturalmente, sobre todo hoy toda su inmediata importancia. Pero piden una referencia aglutinante y de perspectiva, que ponga abiertamente en tela de juicio las bases capitalistas de la regresión social e indique una alternativa global. Para poner unos ejemplos:
a) El ataque internacional al empleo repropone en todo su valor histórico el objetivo de la reducción general de la jornada de trabajo para la entera clase laboral mundial, fuera de cualquier lógica de negociación con la flexibilidad y pagada por completo por las ganancias. No se trata de reducir la temática de la jornada laboral a simple reivindicación sindical o, peor, de entregarla a gobiernos burgueses supuestos reformadores, sino de asumirla como objetivo general anticapitalista. "El trabajo que existe, se tiene que redistribuir entre todos, hasta la completa absorción de los desempleados": esta reivindicación de "scala mobile" de las horas de trabajo prefigura en definitiva una organización socialista de la economía basada en un principio de racionalidad elemental que el capitalismo ignora: por esto hay que plantearla con fuerza a la joven generación obrera internacional: como ejemplificación "popular" de una alternativa de sistema.
b) La precarización mundial del trabajo, como eje estratégico del ataque capitalista, requiere una respuesta general de carácter internacional. Una mera demostración defensiva categoría por categoría, País por País; lógicas de negociación e intercambio entre "trabajo mínimo" y subsidio (work to welfare); representan formas distintas de aceptación del marco establecido por el adversario. Los comunistas deben, en cambio, plantear en cada País un conjunto de reivindicaciones aglutinantes: la abolición de todas las leyes de precarización y discriminación del trabajo, partiendo del principio universal "a paridad de trabajo, paridad de salario"; un salario mínimo garantizado inter categorial para todos los trabajadores y las trabajadoras, más allá de cualquier barrera nacional, sectorial, empresarial; un salario garantizado a los desempleados y a los jóvenes en busca de primer empleo, fuera de cualquier intercambio con el trabajo "mínimo" (es decir, precario). El conjunto de estas reivindicaciones no sólo indica un posible terreno de reconstitución estratégica entre trabajadores y desempleados, sino que por esto mismo choca abiertamente con las políticas estructurales del capital internacional en crisis, adquiriendo sobre todo hoy un objetivo valor anticapitalista.
c) El cierre de empresas y las consecuentes expulsiones de mano de obra, efecto natural de la crisis capitalista y de los procesos de reestructuración inducidos por la competición global pone un problema central de orientación del movimiento obrero. La multiplicación de acciones de resistencia, en orden abierto, o, peor, la lógica de las burocracias sindicales de liquidación negociada y "amortiguada" de los puestos de trabajo, empresa por empresa, sector por sector, han acompañado en estos años en los distintos países el proceso de retroceso del movimiento obrero, de sus conquistas sindicales, de su misma fuerza social.
Es decisiva la unificación internacional de las luchas de resistencias en torno a un posible objetivo unitario por seguir en cada País: la nacionalización, sin indemnización, y bajo el control de los trabajadores y las trabajadoras, de las empresas que despiden. En Francia, en torno al caso Danone, sectores relevantes de joven generación obrera han impugnado en manifestaciones de masas esta reivindicación elemental: "despedir a los que despiden". Los comunistas pueden y deben asumirla y relanzarla como indicación ejemplar: que vincula la demanda concreta y dramática de la defensa del trabajo a la puesta en tela de juicio de la propiedad capitalista.
En general, este método transitorio puede y debe responder desde una vertiente de clases al conjunto de las preguntas emergentes de los nuevos movimientos y de la joven generación, reconduciéndolas siempre a la cuestión decisiva de la propiedad y del poder. Por ejemplo:
1) La demanda de protección sanitaria, de seguridad alimentaria, de saneamiento y calidad del medio ambiente es expresada por el conjunto del movimiento antiglobalización y encuentra un apoyo muy amplio en la opinión pública de los trabajadores y de los consumidores. Sin embargo, la respuesta programática que los liderazgos hegemónicos del movimiento dan a los problemas que ellas misma denuncian queda interna a una lógica reformista: campañas de educación pública de la propiedad hacia "actitudes humanitarias", campañas contra las marcas, de boicoteo, de "consumo crítico". El elemento común de estas propuestas, que de todas formas encierran una crítica positiva de la ganancia, es la remoción estratégica del nudo de la propiedad y de la lucha de clases. Y esto las condena a un callejón sin salida estratégico que contrasta con su aparente esencia concreta o visibilidad mediática. La misma Naomi Klein reconoce explícitamente con gran honestidad intelectual (véase "No Logo") este impasse. Por ejemplo:
a) La apertura de los libros contables de las empresas farmacéuticas y de las industrias alimentarias, para abolir estos secretos comerciales, industriales, financieros que esconden a la sociedad las especulaciones de la ganancia.
b) La reivindicación de la nacionalización sin indemnización y bajo control social de las industrias farmacéuticas, agroalimentarias y contaminantes a partir de los grandes colosos monopolísticos de los respectivos sectores: para que salud y alimentación, bienes primarios de la vida, estén bajo el control público.
c) La abolición de las patentes: porque las patentes son un secuestro de descubrimientos útiles y decisivos para la vida de todos, a fin de la ganancia de pocos; su abolición es condición decisiva para un control y un uso social de la ciencia.
2) La demanda de paz y antimilitarista será alimentada siempre más por el previsible curso de los acontecimientos mundiales. También en este terreno la impostación pacifista de los liderazgos hegemónicos del movimiento, aparte de remover la dimensión antimperialista y avalar la función de la ONU, remueve cada terreno programático de fondo que enlace la instancia de paz a la lucha por el abatimiento de los intereses capitalistas que empujan la guerra. Los comunistas, en cambio, deben moverse de un ángulo opuesto. Hoy el desarrollo de la industria bélica y su creciente nivel de concentración capitalista (en EE.UU., Europa, Japón) es empujado tanto por el relanzamiento imperialista como por la reactivación del Keynesismo militar en función anti-crisis. En el marco de la más amplia movilización unitaria contra la guerra, se trata por lo tanto de cuestionar abiertamente la industria militar y los intereses de guerra, planteando reivindicaciones consecuentes:
a) La apertura de los libros contables de las industrias de guerra y de las actividades conexas a las especulaciones de guerra: porque la sociedad toda tiene el derecho de ver y leer los cínicos enriquecimientos de muchos capitalistas "patriotas" gracias a los bombardeos humanitarios sobre las poblaciones pobres del planeta.
b) La nacionalización, sin indemnización y bajo el control de los trabajadores, de la industria militar: porque es condición elemental de higiene social además de una posible conversión a producciones civiles con plena garantía para el empleo de los trabajadores.
3) La lucha contra la pobreza de los así llamados Países del Tercer mundo es uno de los elementos de máxima atención y agregación en el movimiento antiglobalización a escala mundial. Pero un sector significativo de la intelectualidad dirigente del movimiento propone una visión reductiva del problema y sobre todo sugiere terapias que desvían. O soluciones regresivas del tipo precapitalista, que independientemente de su discutible realismo terminarían incluso empeorando las condiciones de grandes masas (véase las soluciones neo-proteccionistas de Latouche); o soluciones veleidosas y aparte integradas de forma subalterna en la economía capitalista (vease el comercio justo y la finanzas justas); o políticas de compromiso de negociación con el imperialismo (como el apyo a la negociación de la deuda por parte de "Giubileo 2000"). Los comunistas, mientras construyen una sintonía profunda con la sensibilidad de millones de jóvenes comprometidos en la lucha contra la pobreza, pueden y deben combatir estas falsas soluciones, avanzando, dentro de una perspectiva general de reorganización socialista de la economía del mundo, precisas reivindicaciones transitorias:
a) la abolición real y total de la deuda pública de los Países dependientes: porque si la deuda es un lazo al cuello para esos Países, su negociación se revela un segundo lazo, a través del intercambio entre reducción de la deuda y certidumbre del pago, entre reducción de la deuda y cesión de paquetes de acciones estratégicos (como tuvo que reconocer la misma Susan George).
b) La expropiación, bajo el control de los trabajadores y los consumidores, de los 200 colosos multinacionales que están en la cima de la economía mundial: porque son los agentes directos y los máximos beneficiarios de las políticas de robo y saqueo internacional. No habrá ningún rescate de la pobreza, ningún nuevo modelo de economía sustentable, sin remover el enorme poder de esos colosos. En cada País hay que desarrollar una amplia campaña para la apertura de sus libros contables, la transparencia de sus cuentas bancarias, la nacionalización de sus bienes.


TESIS 13- LIBERACIÓN DE LA MUJER
La refundación puede y debe recuperar la tendencia decisiva de la liberación de la mujer, dentro de la perspectiva del comunismo. Contra cualquier reducción economicista, así como, al revés, contra cualquier deriva idealista.

Contra cualquier reducción economicista de sí, la refundación debe reconocer abiertamente la especificidad de la opresión femenina, que para las mujeres proletarias se suma a la explotación de clase. Una opresión que, a través de la esclavitud doméstica, es orgánicamente funcional a la reproducción capitalista.
Al mismo tiempo, la refundación es llamada a criticar y rechazar las teorías idealistas hoy presentes en una parte relevante del pensamiento feminista que conciben la opresión femenina como hecho debido a la imposición de parte del hombre sobre la mujer de su propio código simbólico. Esta tesis que remueve el origen histórico (de todos modos complejo) de la opresión femenina para atribuirla a una raíz, en último análisis, biológica, a menudo reduce la liberación de la mujer a una revolución simbólica y cultural (la reapropiación de su propio lenguaje removido) separándola de hecho de un contenido social, y prescindiendo de tal manera de un terreno concreto de lucha.
Al contrario, el relanzamiento de una perspectiva de liberación de la mujer es inseparable de una lectura de clases del mundo contemporáneo. La crisis de capitalismo y del reformismo se descarga con duplicada violencia sobre la condición de las mujeres. En los países imperialistas desempleo de masas, precaria situación laboral, flexibilidad, privatización de los servicios, a menudo atañen antes que nada a la población femenina. En los países de Europa Oriental, sometidos a la introducción brutal de las leyes del mercado, se registra una drástica disminución del nivel de vida de las mujeres. En los Países del así llamado Tercer y Cuarto mundo, guerras y miserias provocadas y fomentadas por las políticas neocolonialistas de occidente, empeoradas por el fundamentalismo religioso de los Países de régimen teocrático (Irán y Afganistán...) hacen la condición de la mujer literalmente inhumana. Las mujeres inmigradas en particular representan internacionalmente el anillo más débil de la cadena de la opresión femenina. En cualquier lugar el retroceso del movimiento obrero arrastra consigo conquistas sociales y democráticas de las mujeres, arrancadas en la anterior fase de ascenso. Y la destrucción de estas conquistas ha extendido y agudizado la opresión femenina en su misma especificidad.
No es por casualidad que hoy, mientras que avanza el desmantelamiento de los sistemas públicos de welfare, conoce un fuerte relanzamiento la "ideología de la familia" que exalta la "natural" vocación femenina por el trabajo de cuidado, para descargar de nuevo sobre las mujeres la carga de las personas enfermas, los ancianos, los discapacitados, etc. De los cuales se quiere desagravar el balance público y en último análisis la empresa.
Precisamente por estas múltiples razones el viraje de época de fin de siglo relanza el estrecho vínculo entre liberación de las mujeres y alternativa anticapitalista.
La reactivación de un fuerte movimiento de liberación de la mujer a escala internacional, que enlace reivindicaciones democráticas y de género y lucha contra la opresión social, es un componente decisivo del replanteamiento de una propuesta socialista. Al mismo tiempo sólo una perspectiva socialista, que rompa con el dominio del capital en el mundo, puede crear las condiciones necesarias, no suficientes, para una efectiva liberación de las mujeres de su opresión específica. Por esto la liberación de la mujer y la lucha de clases son indivisibles en la óptica de la perspectiva revolucionaria.
Dúplice es entonces la tarea de la Refundación: desarrollar en el movimiento obrero la conciencia de lo esencial que es la liberación de la mujer combatiendo cualquier forma de prejuicio; desarrollar en el movimiento de las mujeres la conciencia de la importancia central de la lucha de clases y del movimiento obrero como referencia estratégica para la propia liberación: promoviendo en esta perspectiva el máximo empeño en la lucha cotidiana de las mujeres por la defensa y la ampliación de sus derechos sociales y de género.


TESIS 14 - INTERNACIONAL COMUNISTA
La refundación comunista se presenta más que nunca como necesidad internacional: como refundación de una internacional comunista basada en el programa del marxismo revolucionario, capaz de agrupar en este programa todas las organizaciones y corrientes revolucionarias del movimiento obrero y antiimperialista del mundo.

El aumento de la crisis social y política mundial y la actualidad histórica de la perspectiva socialista como única respuesta real y progresiva; la amplia distancia entre las potencialidades anticapitalistas inscritas en la reactivación de los movimientos y los límites de su conciencia política, reproponen hoy más que nunca como cuestión central la perspectiva de la refundación de una internacional comunista revolucionaria: como instrumento indispensable de dirección alternativa, de desarrollo de la conciencia política de masas, de reconstitución anticapitalista de la vanguardia.
El movimiento marxista siempre se ha concebido como movimiento internacional no sólo en el plano de la perspectiva estratégica sino también en el plano organizativo. Precisamente el carácter internacional del programa comunista fundaba necesariamente el carácter internacional del partido de los comunistas. Ya el Manifiesto de Marx y Engels de 1848 fue redactado como plataforma internacional de trabajadores (Liga de los Comunistas). Así el carácter internacional del partido fue reafirmado con la I Internacional (1864-1876) y con la II Internacional (nacida en 1889). La deriva reformista de esta última, culminada en el apoyo a los créditos de guerra por parte de su mayoría (1914), fue combatida por la izquierda revolucionaria de la Internacional (guiada por Lenin, Trotsky, Luxemburg, Liebnecht) que ya en 1915 lanzó la perspectiva de una nueva internacional revolucionaria: aquella Tercera Internacional comunista que será formalmente constituida después de la victoria de la revolución rusa (saludada por Lenin como "inicio de la revolución mundial").
El estalinismo rompió radicalmente con la tradición internacional del marxismo revolucionario: con su tradición programática y, por lo tanto, con su tradición organizativa. A partir de la inédita teoría antimarxista del "socialismo en un sólo país" -expresión ideológica de los intereses de un nuevo estrato social burocrático- el estalinismo condujo a la Internacional antes a la colaboración de clases y de gobierno con las "burguesías progresistas" (los "frentes populares"), luego a su disolución formal en 1943. La representación del estalinismo como una especie de fundamentalismo dogmático marxista -representación prevalente en la mayoría saliente del PRC- se revela, por lo tanto, también en esta vertiente, como el exacto contrario de la verdad histórica.
Hoy no hay ruptura verdadera y profunda con el estalinismo sin recuperar la perspectiva de la internacional comunista como partido mundial de la clase trabajadora. El rechazo a asumir esta perspectiva, incluso como terreno de discusión, ha representado y representa un error profundo de la mayoría dirigente del PRC. Ya sea que el rechazo parta de culturas basadas en "la división de campos de influencia", que asumen como eje de perspectiva internacional la alianza interestatal "antiimperialista" entre Rusia, China e India, perspectiva completamente carente de una base de clases y radicalmente desmentida por la presente guerra, o que el rechazo parta -como predominantemente ocurre- de la superposición de viejas sugestiones de la "nueva izquierda" antileninista, así que se pueda combinar el énfasis "movimentista" con el apoyo al gobierno Jospin.
En realidad sólo un viraje estratégico y programático del PRC puede recuperar la perspectiva de la internacional: una perspectiva que es parte imprescindible de la refundación. La internacional, para la cual trabajar, debe ser una agrupación amplia y democrática pero sobre claras bases políticas. Como afirmaba Lenin: "sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario". Una internacional comunista, por lo tanto, deberá basarse en la teoría y las posiciones programáticas del marxismo revolucionario, posiciones sostenidas en particular en su desarrollo histórico, por los grandes teóricos del marxismo: Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Luxemburg y, en Italia, Gramsci. Posiciones teóricas y programáticas que hay que actualizar siempre sobre la base de la evolución histórica, pero como afirmaba Gramsci " sobre sus propias bases" y no contra aquéllas.
Las dificultades de la refundación de una internacional revolucionaria de base amplia han sido documentadas por la experiencia histórica de décadas. Sin embargo, esta dificultad no debe constituir un freno, sino al contrario un estímulo a perseguir tal perspectiva, sobre todo en el nuevo contexto histórico que se abre, complejo por supuesto, pero también rico de nuevas potencialidades.
Después del derrumbamiento de la URSS amplios procesos de reconstitución invisten las representaciones políticas del movimiento obrero. Las viejas direcciones del movimiento obrero y antiimperialista han fracasado por completo, hecho demostrado una vez más por el drama de la guerra. La creciente rebelión de las clases subalternas y de los jóvenes del mundo contra el actual orden internacional sobre todo hoy pone la exigencia de un punto de referencia revolucionario. Al "capital global" puede y debe contraponerse el partido global de la clase obrera y de su vanguardia.
Por lo tanto, el PRC, a partir de las bases indicadas, debe presentar lo antes posible una propuesta a la agrupación internacional del conjunto de las organizaciones y corrientes revolucionarias del movimiento obrero y antiimperialista del mundo.


TESIS 15 - IMPERIALISMO ITALIANO
El capitalismo italiano tiene un carácter imperialista. En los años Noventa la transición a la Segunda República y la integración en el imperialismo europeo han remolcado la ampliación de sus bases materiales y una más fuerte proyección internacional de éste.

El capitalismo italiano desde hace mucho tiempo no sólo ya no representa un "capitalismo miserable" sino que participa en el consejo de los países dominantes a escala mundial y por lo tanto en repartición de materias primas, zonas de influencia, áreas de dominio. En este marco las presiones de la crisis capitalista internacional, el derrumbamiento de la URSS, el desarrollo del polo imperialista europeo han ejercido un efecto decisivo sobre la crisis de la I República a partir de 1992. Por un lado, la crisis capitalista internacional y el relanzamiento de las contradicciones ínter imperialistas han inducido el imperialismo italiano a enfrentarse con la carga estructural de sus propios "retrasos" y "distorsiones". Por el otro, el derrumbamiento de la URSS ha disuelto, en paralelo, el verdadero fundamento histórico de la discriminación burguesa hacia el viejo grupo dirigente del PCI con respecto a su posible acceso al gobierno: precisamente por esto ha permitido al capital financiero alejarse de sus propias viejas representaciones de la I República y el comienzo de una profunda reconstitución de sus órdenes políticos e institucionales.
En el plano económico, en la década pasada, la gran burguesía ha consolidado, en medida relevante, sus propias bases materiales. El proceso de privatización de sectores estratégicos de la economía como el crédito, la energía y las telecomunicaciones, la reestructuración y concentración del sistema de crédito, concurren a fortalecer la base del capital financiero y el peso específico de los grandes monopolios, principales beneficiarios de las privatizaciones. Al momento de la promulgación de la "moneda única" europea el imperialismo italiano se presenta con un peso estructural sensiblemente acrecentado, al cual corresponde, no casualmente, una acrecentada proyección en la política exterior.
Paralelamente, la burguesía italiana ha tenido que afrontar el problema del impacto social de las políticas inducidas por su ulterior salto imperialista. El empobrecimiento material y la fragmentación de amplios sectores de clases; las dinámicas de transformación en proletariado de estratos inferiores de la pequeña burguesía; el empeoramiento de las condiciones sociales de amplias masas del Sur; configuran, a los ojos de la burguesía, la masa crítica potencial de una peligrosa explosión social. Por otra parte, la separación que inviste a la pequeña y mediana burguesía en el marco de la integración europea, con la aparición en el Noroeste de un estrato superior enriquecido, autonomista y corporativo, produce elementos de nueva contradicción en el mismo bloque social dominante.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 16 -AÑOS NOVENTA Y CENTROIZQUIERDA
El centroizquierda no ha representado simplemente una mala política de la "izquierda italiana" sino que ha constituido una expresión política del imperialismo italiano y su inversión estratégica de los años Noventa. El conjunto de los gobiernos de centroizquierda ha configurado el más grave ataque social a las clases subalternas de los últimos treinta años, organizando así la revancha de Berlusconi. La coalición con el centro burgués así ha condenado al movimiento obrero a una grave derrota social y política.

En los años Noventa en el marco de la elección bipolar, el centroizquierda se ha puesto como referencia privilegiada de las grandes familias capitalistas: esto en función de la pacífica subordinación del movimiento obrero a las compatibilidades de la crisis y de la integración europea. El personal político de centroizquierda, aunque diferentemente organizado, ya era referencia esencial de la burguesía italiana en 1992 y en 1993, cuando los gobiernos Amato y Ciampi empezaron la "transición" italiana. La derrota del polo de los progresistas y la victoria de las derechas en 1994 representó un momento de contradicción que indujo a la burguesía, por un tiempo breve, a averiguar en campo la carta Berlusconi. Pero también en aquel breve pasaje la relación del capital financiero con las derechas fue utilizada instrumentalmente, no como referencia estratégica. Y precisamente la derrota estratégica del primer gobierno Berlusconi -revelándose incapaz de gestionar tanto una concertación estable, como un choque resolutivo ganador- ha reactivado la inversión burguesa en el centroizquierda: en el gobierno Prodi, en el gobierno D'Alema, en el gobierno Amato.
Por lo tanto el centroizquierda no ha representado simplemente una mala política del movimiento obrero y de la "izquierda italiana", sino una expresión política de la gran burguesía. A su vez el aparato DS, como arquitrabe del centroizquierda, ha constituido una pieza decisiva del proyecto burgués de los años Noventa: como medio de reclutamiento subalterno en el centroizquierda de una parte importante de las masas trabajadoras.
Es equivocado afirmar simplemente que "el centroizquierda ha fracasado". Desde el punto de vista de la burguesía, los gobiernos de centroizquierda todos han representado excelentes comités de negocios. Tanto con respecto a las políticas de soporte económico para las grandes empresas (incentivos, desguaces...), como con respecto particularmente a la preservación de una extraordinaria paz social.
En cambio, es verdad que justo la organicidad de las políticas burguesas del centroizquierda ha minado progresivamente sus bases políticas y sociales.
En el plano político, precisamente la evolución liberal de la socialdemocracia DS y la creciente ramificación de sus relaciones directas con los poderes fuertes, ha agudizado progresivamente la competición interna entre aparato DS y centro burgués tradicional del Ulivo: la lucha por la hegemonía de un "partido democrático" por constituirse cual representación central con la base de masas de la burguesía italiana ha representado un elemento de inestabilidad telúrica de la coalición.
Pero sobre todo en el plano social las políticas del centroizquierda han deteriorado progresivamente la base sobre la cual se sostenía. El bloque entre gran burguesía y burocracia del movimiento obrero organizado se ha demostrado incapaz de hegemonía en la sociedad italiana. Por un lado, ha amplificado los espacios de oposición de sectores organizados de pequeña y mediana burguesía industrial contra los así llamados privilegios de las grandes empresas y los favores particulares acordados a ellos por los gobiernos del Ulivo o por la burocracia CGIL. Por el otro lado, la profunda desmotivación de la base de masas del centroizquierda, concentrada sobre todo en el trabajo subordinado, ha producido fenómenos crecientes de progresiva pasividad política, alejamiento, rechazo.
Por lo tanto, la victoria del "Polo delle Libertà" el 13 de mayo representa la capitalización de la crisis del curso político dominante de una década (del Polo progresista y del centroizquierda) y de su bloque social. Precisamente por esto, la victoria de Berlusconi y la nueva temporada política que abre, repropone una antigua lección, inscrita en todo el caso del Novecientos y en la misma historia del movimiento obrero italiano: cualquier colaboración de clases con el centro burgués es factor de derrota para los trabajadores y las trabajadoras, tanto desde el punto de vista social y sindical, como desde el punto de vista político más general. Es un hecho: la alianza con el centro que debía vencer a la derecha le ha abierto el camino. Esta es la lección de la década. Es una lección que acusa a los aparatos directivos de los DS y de los sindicatos como auténticos organizadores de la derrota. Pero es una lección que cuestiona inevitablemente, en un plano distinto, también el curso político de diez años de nuestro partido.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 17- BALANCE DE LÍNEA DEL PRC
El largo ciclo de la política del PRC, marcado por la búsqueda del condicionamiento, penetración, "contaminación", primero de parte del "polo progresista" y luego del Centroizquierda, ha registrado un sustancial fracaso; tanto desde el punto de vista del interés general del movimiento obrero, como desde el punto de vista de la construcción de nuestro partido. Es la comprobación del fracaso de una política reformista, en el marco nacional, y la medida de la necesidad de un viraje.

Después de una década de nuestra historia, ya no se puede postergar un balance de fondo.
Nuestro partido, con su mismo nacimiento, ha sido ciertamente un medio de contención importante de los procesos de reflujo de los primeros años 90's y un factor precioso de reconstitución política de fuerzas de vanguardia. Nuestro partido ha resistido positivamente a los repetidos intentos de aniquilamiento institucional que se han sucedido en los años 90's (sobre todo de parte de los vértices de los D.S. y del Centroizquierda). Todavía el PRC representa, en el actual panorama político, la referencia natural e importante de dinámicas de movimiento entre los trabajadores y los jóvenes, de otra manera carentes de guías, o de todos modos de referencias más consistentes y creíbles.
Pero una evaluación seria y honesta no puede realmente reducirse a esto. Un partido comunista no se puede concebir como fin de sí mismo sino como instrumento de clase en función de un proyecto de hegemonía alternativa. Y esto llama en causa inevitablemente la evaluación de diez años de la dirección política escogida.
Por diez años, en formas y contextos distintos, la mayoría dirigente del PRC ha constantemente rechazado la propuesta de construcción del partido como fuerza estratégicamente alternativa, contraponiendo a esto la elección de fondo de una política de presión y condicionamiento "reformador" del aparato D.S. y de las coaliciones políticas de la alternancia burguesa (antes el polo progresista, luego el centroizquierda).
Esta política no ha tenido una aplicación lineal y al contrario ha registrado, a lo largo de su curso, virajes bruscos y cambios repentinos de colocación parlamentaria (de la oposición contra la mayoría de gobierno y de la mayoría de gobierno a la oposición). Pero ha mantenido constante su propio rumbo estratégico de fondo. En efecto, cada vez las mismas colocaciones de oposición han sido dirigidas a reabrir el paso a reconstituciones de gobierno (potenciales o reales) con la coalición de alternancia. Así ha sido en ocasión de la formación del polo progresista en la primavera de 1994 alrededor de un programa electoral común de gobierno. Así ha sido en 1995-96 en el brusco pasaje desde la oposición radical al gobierno Dini hasta la realización de una mayoría de gobierno con Prodi-Dini. Así ha sido, después de la ruptura con el gobierno Prodi: con el intento, primero de reconstituir la vieja mayoría de gobierno después de una deseada fase de "decantación"; sucesivamente, después del inesperado fracaso de aquel intento (y el agravarse del enfrentamiento con el gobierno D'Alema con respecto a la guerra en los Balcanes) con la realización de 14 acuerdos regionales de gobierno (de un total de 15) en ocasión de las elecciones administrativas de 1999, operación de evidente proyección política nacional, pero destruida por la derrota clamorosa del Centroizquierda. Incluso después del ocaso ya inevitable de aquella perspectiva de reconstitución, la elección de no-beligerancia con el Centroizquierda en las elecciones políticas, y la extensión de las colaboraciones locales de gobierno con el Ulivo sancionaban en formas diferentes la continuidad de fondo de un camino estratégico.
Este camino se ha revelado profundamente equivocado. Reivindicado en nombre de un principio de "realismo" y de "lo concreto" de los posibles resultados, éste no ha producido ningún resultado concreto y real. La búsqueda de la contaminación reformadora antes del polo progresista, luego del Centroizquierda, tanto de parte del Gobierno, como de la oposición, ha sido desmentida por la deriva liberal de los D.S., y por los vínculos de fondo del Centroizquierda con la burguesía italiana. Es más: aquella búsqueda se ha convertido, al interno de un pasaje dramático, en un resultado opuesto: en la grave corresponsabilización de gobierno de nuestro partido por más de la mitad de la legislatura precedente en el momento más intenso de su política anti-popular: con graves efectos no sólo sobre la condición material de los trabajadores sino sobre la misma evolución de las relaciones de clase (desplome vertical de las horas de huelga y estabilización de la paz social). Por otro lado, la continuidad de nuestra colaboración de gobierno en las juntas locales de Regiones y grandes ciudades ha repropuesto, en un plano distinto, la continuidad de nuestra concertación política de privatizaciones, reducciones de los gastos sociales, políticas de flexibilidad que es completamente contradictoria con nuestro papel nacional de oposición.
Además el camino escogido no ha logrado el mismo objetivo de crecimiento de nuestro partido. Reivindicado formalmente también en función de una expansión del consenso electoral y del arraigo social del PRC, este camino no ha logrado ninguno de los dos objetivos. Después de 10 años el partido ha registrado un resultado electoral objetivamente inferior al de su nacimiento. Y esto por supuesto en años difíciles, pero también en el marco de un pasaje histórico que ha visto la máxima deriva y crisis de los D.S., la máxima explosión de su crisis política y de su asentamiento organizado. El espacio que se ha liberado a la izquierda de los D.S. no ha sido capitalizado por el PRC. Los mismos extraordinarios adelantamientos realizados en 1993 como "corazón de la oposición" en las ciudades obreras de Turín y Milán, medida de una gran potencialidad, han sido sucesivamente dispersados por la política ondeante de los años siguientes. Y el fallido desarrollo de una hegemonía alternativa en las clases subalternas no ha representado sólo un fracaso de nuestro partido, sino un hecho cargado de consecuencias pesadas sobre toda la situación italiana: como demuestra la revancha del centroderecha.


TESIS 18- SOBRE EL "GOBIERNO DE LA IZQUIERDA PLURAL"
La perspectiva avanzada del gobierno de la izquierda plural sobre la base de un programa reformador, como solución post-Berlusconi no sólo niega la necesidad de un balance sino que repropone, sustancialmente, la política de diez años. El hecho de perseguirla desde la vertiente de los movimientos, no sólo no muta su naturaleza, sino que representa un daño profundo para los mismos movimientos y para el futuro de sus razones.

La propuesta estratégica de la izquierda plural de gobierno representa un error profundo y es preñada de grandes riesgos para nuestro mismo partido. Después de haber perseguido en 10 años sin éxito la contaminación, antes del polo progresista, luego del Centroizquierda, no podemos reproponer, como si nada hubiera pasado, el mismo camino de fondo; si no volviendo a recorrer un camino ya trillado y ya fracasado. No sólo en Italia sino en el mundo.
En el plano nacional nuestro partido ya ha vivido la experiencia de la izquierda plural en ocasión del bloque con el Polo progresista de 1994 (DS, Verdi, Rete de Orlando, PRC). El programa textual sobre el cual se realizó (véase Liberazione, 4/2/94) reivindicaba dentro de "una competición para el gobierno del País" "una presencia acreditada y firme de Italia en los mercados y en el contexto internacional" y el llamamiento "a aquellas fuerzas del mundo empresarial que tienen mucho interés en el crecimiento social, civil, democrático de Italia". Sobre esta base se proponía "conjugar la equidad social y las razones de la eficiencia y del mercado", "promover cuando se dé el caso las privatizaciones", operar "el saneamiento del déficit que implicará austeridad" aunque con "el compromiso de garantizar que los sacrificios se distribuyan con justicia". La victoria electoral de Berlusconi ha impedido experimentar este programa de gobierno, manteniendo al PRC en la oposición hasta 1996. Pero aquel programa reflejaba y refleja el único perfil posible de una izquierda plural de gobierno con el aparato DS: aquél que subordina los intereses del movimiento obrero a las exigencias del capitalismo italiano.
En el plano internacional la experiencia en curso de la izquierda plural de gobierno en Francia (PS-PCF-Verdes) ha sido y es inequívoca. Si el primer gobierno de la izquierda plural francesa (1981-83) bajo la guía de Mitterand había acompañado austeridad y sacrificios de los trabajadores con el lenguaje formal de la tradición reformista, el gobierno Jospin ha acompañado austeridad y sacrificios con el lenguaje liberal (moderado) de las privatizaciones y la flexibilidad. Es otra prueba que en el marco actual de la crisis capitalista y de la competición global, un gobierno de "izquierda plural" no difiere, en la sustancia de su orientación, de un gobierno burgués liberal corriente. También por esto haber invocado, después de las últimas elecciones políticas un "Mitterand italiano", haber exaltado mucho el gobierno Jospin (que "contesta toda la lógica de la flexibilidad e introduce directamente en la economía el parámetro de la defensa de los intereses de los trabajadores" como declara el secretario del PRC en el artículo de fondo de primera página del 29/9/99) ha representado una equivocación profunda que es justo reconocer.
Además, en Italia la perspectiva de la izquierda plural de gobierno tendría hoy un perfil aún más atrasado que en Francia o con respecto al mismo Polo progresista de 1994. Diferentemente del partido de Jospin, el aparato DS, en su gran mayoría, ha roto con el papel y la función de socialdemocracia para proyectarse como representación directa de la burguesía italiana, en competición abierta con la Margherita y, por otro lado, con Forza Italia. Por lo tanto, una coalición de "izquierda plural" en Italia sería, de hecho, la reproposición de un Centroizquierda.
El hecho de perseguir la perspectiva del gobierno reformador de izquierda plural como salida de los movimientos y de su acción "contaminante" no cambia absolutamente la valencia negativa de la propuesta.
Al contrario, en muchos aspectos, la empeora. En lugar de orientar el trabajo de masas en dirección de la autonomía de los movimientos del Centro burgués liberal, toma los movimientos como resorte para presionar al aparato de los DS y del Ulivo. En lugar de liberar el movimiento y los movimientos de cualquier ilusión de poder contaminar a los liberales, se promueve en el movimiento aquella misma ilusión. Es el exacto contrario de una política autónoma de clases. Y sobre todo es un daño profundo para el movimiento y sus razones: porque ninguna de las razones de fondo de los movimientos de masas, tanto desde la vertiente obrera, como desde la vertiente antiglobalización, podría encontrar satisfacción en un gobierno burgués de izquierda plural.
Por el conjunto de estas razones, el V congreso de nuestro partido debe rechazar abierta y explícitamente aquella perspectiva.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.


TESIS 19 - POLO AUTÓNOMO DE CLASES
El V Congreso del PRC adopta como nuevo eje estratégico de la política del partido el desarrollo de la independencia del movimiento obrero de cualquier fuerza de la burguesía: lo cual significa la autonomía estratégica con relación a cualquier expresión vieja y nueva del Centro Burgués (Centroizquierda y/o aparato liberal de D.S.), la ruptura con cualquier hipótesis de gobierno de alternancia con estas fuerzas, la asunción de la perspectiva de la alternativa anticapitalista y de clases como salida estratégica de la oposición de masas y de la reconstitución en las luchas del nuevo bloque histórico.

La experiencia política de 10 años de nuestro partido, el análisis de clases de la situación política, la reactivación de los movimientos de masas, requieren en su conjunto un viraje político de fondo de nuestra orientación: un viraje que adopta como eje la autonomía del movimiento obrero y de los movimientos de masas con relación a cada fuerza de la burguesía, y por lo tanto la reivindicación de un polo autónomo de clases, abiertamente contrapuesto a las clases dominantes y a sus alternantes expresiones de gobierno (Centro derecha y Centroizquierda).
La política del "polo autónomo de clase" no atañe sólo a la certeza y claridad de una colocación estratégica autónoma de oposición de nuestro partido con respecto a los dos polos burgueses de alternancia, lo cual de todos modos representa su condición necesaria. Atañe en primer lugar a una línea de propuesta entre las grandes masas, que retoma un principio elemental del marxismo: la contraposición de los intereses de los trabajadores y de todos los sujetos de un bloque social alternativo a los intereses de las clases dominantes, y de todas sus representaciones políticas en función de la perspectiva de la revolución social. La ruptura con el "Centro" en cualquier expresión suya, vieja o nueva, por lo tanto no es sólo un principio vinculante para el PRC, sino una reivindicación fundamental de los comunistas en los movimientos. No sólo no tiene una valencia de auto segregación sectaria sino que indica en la autonomía del movimiento obrero y de los movimientos de masas el terreno mismo de su más amplia unidad de lucha contra la burguesía por la alternativa anticapitalista.
La propuesta del polo autónomo alternativo de clases es mucho más actual después de la larga etapa del Centroizquierda: millones de trabajadores y trabajadoras han sido subordinados al Ulivo justo cuando este constituía el canal elegido de representación de la burguesía italiana. Millones de trabajadores y trabajadoras han experimentado el fracaso social y político de la colaboración con la burguesía. Por lo tanto, la reivindicación de la ruptura con el Centro puede ejercer presión a partir de esta viva experiencia y abrirse un camino amplio en la joven generación que vuelve a levantar la cabeza.
Además cada día demuestra, también después del triunfo del gobierno de centroderecha, la relación orgánica del Ulivo con las clases dominantes. La política bipartidista hacia Berlusconi, encargada por los poderes fuertes de la sociedad italiana, la reivindicación de una política "más liberalista" de aquella practicada por el gobierno, en terrenos estratégicos para la acumulación capitalista (véase privatizaciones); el voto a favor de la guerra imperialista en Afganistán acompañada por la asunción del ministro FIAT Ruggiero como interlocutor privilegiado (véase episodio Airbus) no indican "errores" o "divergencias estratégicas" con los comunistas: indican la base material de intereses en los cuales el Centroizquierda hunde sus raíces. Una base material de referencia que no cambia con el pasaje "a la oposición", sino que, al contrario, se queda como anclaje indisoluble de la perspectiva burguesa hacia la cual se dirige la oposición. Por esto la ruptura con el centroizquierda representa una necesidad permanente de clases para el conjunto del movimiento obrero y de los movimientos de masas.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 20- CRISIS Y DERIVA DS
El aparato burocrático DS, desde siempre agencia de la clase dominante en el movimiento obrero, hoy en su mayoría ha roto con la misma función y papel de socialdemocracia para comenzar la mutación del partido hacia una fuerza liberal burguesa en representación directa de poderes fuertes de la sociedad. Esta evolución fortalece la necesidad de una política de polo autónoma de clases en alternativa a cualquier hipótesis de izquierda plural. La crisis vertical de los D.S. que se acompaña a aquella evolución, crea un espacio histórico nuevo para el desarrollo autónomo del partido comunista y de una hegemonía alternativa de este mismo.

Los D.S. pasan por la crisis más profunda de su historia política. Esta crisis no nace de la gravedad de la derrota electoral o del resultado desastroso de la primera experiencia de gobierno. Nace del hecho que aquella derrota se produce en el momento más delicado de un proceso de mutación histórica de los DS: de partido social democrático, instrumento de control del movimiento obrero en nombre de la burguesía, a partido democrático liberal burgués representación directa de poderes fuertes de la sociedad.
La prolongada experiencia de gobierno de los DS en el curso de los años Noventa ha sido el volante de aquel proceso de mutación. En el marco de la crisis de la Primera República, de la crisis de la representación política central de la burguesía italiana, de la inversión estratégica del gran capital en el centroizquierda, el aparato burocrático DS ha conocido, a partir de 1995, una extraordinaria multiplicación en cualquier nivel de sus propias relaciones materiales con las clases dominantes. Una mayoría amplia de la burocracia dirigente del partido de tal manera ha asumido como objetivo estratégico su propia transformación en representación política central (con base de masas) del gran capital en Italia. El congreso del "Lingotto" ha simbólicamente coronado este nuevo horizonte liberal. Y la ruptura con la función de socialdemocracia no se reduce a mero hecho político-cultural sino se acompaña con mutaciones relevantes con respecto a la constitución material del partido, su relación con las organizaciones de masas, su relación con las dinámicas de la lucha de clase y con su mismo asentamiento territorial de masas. Esto no significa la desaparición de cualquier herencia de la socialdemocracia (presencia en el marco activo del movimiento obrero, relación con el aparato sindical, presencia al interno del mismo aparato DS de tendencias socialdemócratas como el área de Socialismo 2000 y la Izquierda DS). Significa que aquellas presencias y funciones, por relevantes que sean, ya no son el baricentro del partido ni la base material de la relación de los DS con la burguesía. La disputa abierta entre la estructura DS y la burocracia CGIL, la sustancial marginalidad del papel de los DS con respecto a las dinámicas de los nuevos movimientos de clases (obreros mecánicos) y juveniles (antiglobalización) son un reflejo de la ruptura cumplida. La victoria congresual amplia de Fassino y D'Alema en la burocracia del partido, sobre todo después del pasaje a la oposición, mide la consistencia de las bases materiales de la ruptura. Por otra parte, toda la orientación actual de la estructura DS, desde el pronunciamiento atlantista a favor de la guerra hasta la apertura a la Confindustria con respecto a la liberalización de los despidos, es atestiguada no sólo con respecto a la perspectiva de la alternancia de gobierno sino con respecto a la búsqueda y a la preservación de las relaciones materiales con la burguesía: una especie de comité en la sombra de los negocios burgueses en espera de llamada. Por lo tanto la caracterización de los DS como "izquierda moderada", desde siempre impropia, es hoy más que nunca totalmente equivocada.
Pero si es claro el alejamiento de la socialdemocracia incierto es el punto de llegada de los DS. La perdida de la referencia de gobierno, el desarrollo de una nueva temible competencia en la vertiente del centro burgués (Margherita), los fenómenos de laceración internos a la misma estructura liberal del partido, ponen en su conjunto obstáculos nuevos en el terreno de la continuidad del proyecto burgués liberal. La reconstitución del bloque industrial alrededor del gobierno de Berlusconi es un factor ulterior de crisis del proyecto de D'Alema. Todo esto no produce un repliegue de este proyecto (que sus mismas raíces en el partido hacen difícilmente reversible) pero ciertamente lo expone a un riesgo más alto de fracaso en la misma vertiente burguesa. Mientras el hecho de perseguirlo con obstinación multiplica los fenómenos de desprendimiento del viejo asentamiento social de los DS.
La deriva DS hacia el liberalismo burgués, la crisis vertical que a esta deriva se acompaña, miden conjuntamente la necesidad de la política de un polo autónomo de clase y un nuevo espacio histórico para su construcción.
Amplios sectores de masas viven hoy dramáticamente no sólo la traición de sus propias direcciones sino el proceso de crisis y disolución de su vieja representación política. La misma reactivación de los movimientos sobre la vertiente obrera y juvenil, mientras involucra fuerzas crecientes del pueblo de la izquierda, acentúa el despiste político y multiplica nuevas demandas de referencia. Nuestro partido puede y debe responder a esta demanda en el signo de una apertura más amplia de masas, con la propuesta del polo autónomo de clase. Esta propuesta ofrece una referencia alternativa a la crisis de representación del movimiento obrero, señalando a amplios sectores de masas una salida de aquella crisis: la ruptura con el aparato liberal DS y del Ulivo en función de la autónoma unidad de lucha contra el gobierno Berlusconi y la burguesía italiana. En este sentido la reivindicación del polo autónomo de clases en el terreno anticapitalista representa un instrumento de construcción de la hegemonía alternativa de los comunistas entre las clases subalternas y en sus movimientos.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 21 - PRC Y JUNTAS LOCALES
El desarrollo de la política del polo autónomo de clases y del bloque social alternativo implica la claridad y la coherencia de una ubicación del PRC en la oposición, también en el plano local; de aquí la necesaria superación de las colaboraciones locales de gobierno entre PRC y Centroizquierda a partir de las Regiones y de las grandes ciudades. Un viraje tanto más actual en el marco del apoyo del Ulivo a la guerra y del desarrollo del federalismo institucional liberalista.

A lo largo del itinerario de una década nuestro partido ha realizado y perseguido como una constante la línea de la colaboración de gobierno con el Centroizquierda en el terreno de las administraciones locales. Es una línea que por un lado ha fallado el objetivo declarado de "derrotar a las derechas" como revela la derrota de tantas coaliciones de gobierno entre Ulivo y PRC en las elecciones administrativas del 16 de abril del 2000 (a partir de la Región Lazio). Por otro lado -y sobre todo- ha corresponsabilizado al PRC en la gestión y concertación local de las políticas liberalistas en abierta contradicción con las razones sociales de nuestro partido. La nueva política de polo autónomo de clases anticapitalista requiere por lo tanto un viraje profundo de nuestra política local.
El centroizquierda a nivel local non es otro del Centroizquierda nacional: líneas programáticas, referencias sociales, métodos de gobierno son inevitablemente homogéneos. Más bien, a menudo en los años Noventa precisamente las administraciones locales del Ulivo han representado laboratorios de vanguardia en la experimentación de las políticas liberalistas.
El advenimiento del gobierno Berlusconi con el pasaje del Ulivo a la "oposición" no ha mutado ni en mínima parte el perfil de las elecciones locales del Centroizquierda. Precisamente el intento del Ulivo de volver a acreditase como un recambio para la burguesía en el plano nacional pasa también por el uso de sus propias administraciones locales, a menudo exhibidas como modelo de eficiencia directiva frente a las supuestas incertidumbres del Polo. En general las juntas locales se convierten más que nunca, precisamente hoy, en un instrumento importante de consolidación o restablecimiento de las relaciones del Ulivo con los poderes fuertes de la sociedad italiana.
El desarrollo del federalismo institucional liberalista, promulgado por el Ulivo y ulteriormente empeorado por el nuevo gobierno Berlusconi, contribuye a fortalecer y extender las orientaciones liberalistas de las administraciones locales. El viejo argumento de la distinción de niveles entre políticas nacionales y políticas locales (desde siempre infundado), es hoy abatido desde la raíz por la nueva realidad. La cesión a los gobiernos regionales de gran parte de las partidas y materias relativas al así llamado estado social hará de los ejecutivos regionales de Centroizquierda los nuevos agentes de la concertación nacional con el gobierno de las derechas y al mismo tiempo una anticipación experimental cada vez más amplia de la alternancia nacional de gobierno.
Por otra parte el desplazamiento difuso de los gobiernos locales del Ulivo en apoyo de las elecciones conjuntas de guerra del Ulivo y del Polo es la prueba ulterior y más clamorosa del carácter homogéneo de fondo, nacional y local, del liberalismo burgués.
Nuestro partido es llamado también en este terreno a un viraje neto. Sobre todo hoy el PRC no puede asumir el tema central de la oposición contra la guerra, declarando que con la guerra "ya nada será como antes", y luego seguir apoyando, "como antes", gobiernos regionales alineados con la guerra. El PRC no puede asumir la importancia central del movimiento declarando que después de Génova nada ya será como antes y luego seguir apoyando como antes juntas contrapuestas o latitantes con respecto a instancias del movimiento (a partir de la junta de Génova).
Es necesaria una orientación coherente de fondo: la colocación de los comunistas en la oposición también en el plano local a partir de las regiones y las grandes ciudades.
Diferente es obviamente la situación -hasta hoy excepcional- en la cual los comunistas fueran parte esencial de juntas locales que se ponen realmente en el terreno de la alternativa anticapitalista: donde se vuelve fundamental una acción de oposición contra el gobierno nacional fuertemente vinculado a los intereses de clases fuera de cualquier falsa neutralidad institucional.


TESIS 22 -POR LA EXPLUSIÓN DEL GOBIERNO BERLUSCONI
El gobierno Berlusconi se configura como gobierno reaccionario, que tiende a solucionar sus contradicciones con un nuevo ataque general al movimiento obrero. La oposición de nuestro partido al gobierno Berlusconi-Bossi-Fini no puede tener un carácter corriente, sino que debe y puede plantear abiertamente el objetivo de su expulsión en la onda de una gran movilización obrera y popular. Asumiendo el objetivo de la expulsión del gobierno no como fin en sí sino como detonador de la alternativa anticapitalista de clases.

El gobierno del "Polo delle Libertà" tiene un carácter diferente del primer ejecutivo de Berlusconi (1994). En el plano político registra un notable salto del asentamiento de Forza Italia, una relación más estable con la Lega, un amplio acuerdo con administraciones locales homogéneas. En el plano social conoce, diferentemente de 1994, el apoyo de la gran industria: que aunque haya apoyado el centroizquierda por toda la precedente legislatura, aunque haya trabajado por la reafirmación del Ulivo, después del resultado del voto, eligió invertir en el nuevo gobierno Berlusconi a través del ingreso directo de sus propios exponentes (Ruggiero): consciente de la mayor fuerza del nuevo gobierno y por lo tanto de la oportunidad de utilizarlo, pero con la precisa voluntad de ponerlo bajo tutela de su propio personal de confianza. Por su parte, el gobierno trabaja para conciliar con la representación general del interés burgués la defensa de los intereses de los negocios y del nepotismo de la Fininvest y de ambientes hampescos del capital.
El programa del nuevo ejecutivo tiene un carácter objetivamente reaccionario: extiende y desarrolla en forma concentrada las líneas de gobierno de la legislatura precedente, tanto a nivel social, como a nivel institucional. En el plano de la política exterior, el más estricto flanqueamiento de la política norteamericana convive, no sin contradicciones, con la continuidad de la colocación estratégica en el imperialismo europeo (controlada en particular por la FIAT y su ministro De Ruggiero).
La línea de gestión de este programa general no ha todavía conocido una organización estable, oscilando entre la búsqueda de una relación de concertación con las organizaciones del movimiento obrero y los intentos de ataque directo. Sin embargo, pesa el efecto arrastrante de una contradicción objetiva: por un lado la necesidad política de financiar un bloque de intereses tan extenso cuanto contradictorio y costoso; por el otro la necesidad de hacerlo dentro de las compatibilidades del pacto de estabilidad europeo y en el trasfondo de la crisis económica internacional. Esta contradicción alimenta tensiones crecientes en el mismo bloque social de Berlusconi (como entre industria y Confcommercio en materia de políticas fiscales). Pero precisamente por esto empuja el gobierno hacia el enfrentamiento con el bloque adversario: porque sólo el ataque contra el trabajo subordinado puede contener los impulsos centrífugos del bloque dominante y ampliar los márgenes de una mediación en su interno. Por otra parte la parálisis subalterna de la CGIL y la crisis y complicidad del centroizquierda impulsan la ofensiva social. Y el contexto internacional de guerra, con sus posibles efectos de distracción, ha sugerido al gobierno una anticipación de los tiempos de ataque. No es un caso que el ataque sobre contratación, sistema de pensiones, salud y educación ya haya empezado, culminando en el ataque en contra del artículo 18 del estatuto de los trabajadores: y tenderá a combinarse con nuevas políticas de restricciones antidemocráticas, en el campo de los derechos sindicales y en la gestión del orden público. El abierto manejo de parte de AN de los impulsos más reaccionarios del aparato represivo del Estado como ha emergido en los acontecimientos de Génova es la medida y la anticipación de una tendencia profunda impulsada por la composición misma del nuevo gobierno. Para finalizar: más se estabiliza el actual gobierno más tenderá a precipitar "hacia derecha" sus contradicciones políticas y sociales.
Por lo tanto, el objetivo de la expulsión del gobierno de Berlusconi responde a un interés general del movimiento obrero y de todo el bloque social alternativo. Responde al interés común de liberar el campo de una objetiva amenaza reaccionaria. Asumir esta consigna no significa alimentar ilusiones o adelantar previsiones. La mayor fuerza del segundo gobierno Berlusconi, los golpes sufridos por el movimiento obrero en la precedente legislatura, las misma dinámicas internacionales concurren a favorecer la posibilidad de contención del ejecutivo. Sin embargo un partido comunista no puede determinar nivel y objetivos de su propia propuesta de oposición basándose en la constatación de las dificultades de partida. Puede y debe tomar como base de referencia las necesidades del movimiento obrero y actuar como factor activo de contra tendencia.
Por otra parte, a pesar de las dificultades, amplios son los espacios para la construcción de una oposición radical de masas al gobierno de las derechas. A pesar de su asentamiento más fuerte, el gobierno Berlusconi no ha nacido en la onda de una expansión del consenso en la sociedad italiana, sino en el trasfondo de un retroceso de la coalición de las derechas con respecto a 1994 y 1996. En paralelo, a pesar de los golpes sufridos, se multiplican en la última fase los signos de reactivación del movimiento obrero a partir de la grande movilización de los obreros mecánicos con el asomarse en el campo de una nueva generación obrera: y esta reactivación de clases, aunque frágil todavía, se combina a su vez con la continuidad y el desarrollo de un movimiento antiglobalización, prevalentemente juvenil, que ha adquirido en Italia un carácter de masas más amplio que en otros Países europeos. Además, en particular al abrigo de los hechos de Génova, se ha desarrollado un proceso de activa sensibilización antigubernamental de sectores relevantes de pueblo de la izquierda, en apoyo al movimiento antiglobalización y atraídos por una sincera preocupación democrática (véase las manifestaciones del 24 de julio). Todos estos factores no provocan de por sí mecánicamente la oposición de masas al gobierno, sino que miden un potencial de contraofensiva a su programa reaccionario que se asienta sobre una base social y política más amplia de la del pasado. Nuestro partido tiene la tarea de recoger y desarrollar estas potencialidades, recomponiéndolas alrededor de un programa y un objetivo de salida aglutinante.
Por esto, sobre todo hoy no podemos pararnos en la rutina de la oposición parlamentaria combinada con el elogio de la espontaneidad de los movimientos. Al contrario debemos favorecer dentro de la experiencia viva de los movimientos, las condiciones para una explosión social concentrada contra las clases dominantes y su gobierno. Sólo una explosión social concentrada puede volcar las relaciones de fuerza entre las clases y abrir el camino de la alternativa anticapitalista. Y sólo una alternativa anticapitalista puede responder realmente a las razones de fondo de las clases subalternas y de sus luchas. La reivindicación de la expulsión del gobierno Berlusconi puede y debe ser interna a la perspectiva anticapitalista, como uno de los detonadores de su maduración. Por esto hay que plantearla abiertamente al interno de los movimientos, sin forzamientos "politicistas" pero sin autocensuras, en una relación viva con la dinámica objetiva de sus luchas.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 23 - OPOSICIÓN DE CLASE CONTRA BERLUSCONI Y CONTROVERSIA GENERAL
La clase obrera y el mundo laboral son el sujeto central de la oposición contra Berlusconi y el detonador de su posible vuelco. Pero a condición de recomponer en la lucha, en el terreno de una controversia general aglutinante, un propio polo de clase independiente, alternativo al centroizquierda liberal.

La experiencia misma de los años Noventa trae una lección preciosa para los comunistas y para el movimiento obrero italiano. Sólo el movimiento obrero, con su acción de clase concentrada, ha sido capaz de parar el ascenso de Berlusconi, de perjudicar su bloque social, de poner las condiciones de su caída: es la experiencia del otoño de 1994. Esta lección no puede ser olvidada por las grandes masas y hay que asumirla como brújula de nuestra nueva política frente al segundo gobierno de las derechas.
La reconstitución de un movimiento unitario de lucha de la clase laboral no tiene sólo una valencia sindical sino una valencia política general. Por esto la propuesta de una controversia general aglutinante del mundo laboral y de los desempleados puede y debe constituir el eje inmediato de intervención de nuestro partido en el terreno del relanzamiento de una acción de clases independiente. No se trata de enumerar de manera corriente los objetivos de nuestra oposición de partido. Se trata de seleccionar un conjunto combinado de reivindicaciones para el desarrollo de la oposición de masas, para la reunificación en ella del bloque social alternativo. La propuesta de una controversia general del mundo laboral y de los desempleados, en la perspectiva de la huelga general contra gobierno y empresariado, responde hoy más que nunca a esta necesidad.
La reivindicación de un fuerte aumento salarial aglutinante de todo el trabajo subordinado está hoy más que nunca en directa contraposición a la política de ataque en contra de la contratación nacional, promovida por el nuevo gobierno. La reivindicación de la abolición del "Paquete Treu" y de cualquier forma de empleo precario (empezando por la contratación por tiempo indefinido de todos los trabajadores que actualmente se encuentran en una situación laboral precaria), choca más que nunca con la línea estratégica de fragmentación del trabajo subordinado. La demanda de salario mínimo garantizado inter categorial (cuantificable en 1000 euros neto de cada retención, punto de referencia también para las pensiones de los trabajadores) para el conjunto del trabajo subordinado se contrapone hoy más que nunca a la política de regionalización salarial incorporada al federalismo liberalista. La reivindicación del reconocimiento y extensión de los derechos sindicales a todos los trabajadores subordinados, independientemente del tipo de contrato y de la dimensión de la empresa, choca abiertamente con los programas conjuntos de Confindustria y gobierno, empezando por el ataque en contra del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores. La reivindicación de un verdadero salario garantizado para los desempleados y los jóvenes en busca de primera ocupación (cuantificable como el 80% del salario mínimo inter categorial o del contractual antes recibido), financiado en primer lugar con la abolición de las trasferencias públicas a las empresas, afuera de cualquier lógica de acuerdo con el trabajo "mínimo", es decir precario, se opone a las políticas de precarización que se extienden e indica un arma de resistencia al chantaje de la elección entre desempleo y sobreexplotación. La reducción generalizada de la jornada de trabajo a paridad de salario sin flexibilidad y ajuste anual, con la abolición de las horas extras, señala el único camino para una lucha eficaz contra el desempleo de masas. La reivindicación de una tasación progresiva de grandes rentas, ganancias, patrimonios ("que pague quien nunca ha pagado") como fuente de ampliación y recalificación del gasto social (empezando por salud y educación) puede y debe contraponerse a la línea gubernamental de no-tasación de las ganancias pagada por la destrucción del estado social.
Esta plataforma reivindicativa no debe ser considerada como plataforma cerrada o substitutiva de las específicas reivindicaciones de sector o movimiento. Al contrario debe ser tomada en su lógica de fondo de plataforma aglutinante a la cual conducir la intervención de masas de los comunistas: en los movimientos, en el territorio, en las organizaciones de masas. Su función es presionar la plataforma reaccionaria de empresariado y gobierno para contraponerle una plataforma de clase alternativa radicalmente especular. Y hacer presión sobre una plataforma de clase alternativa para reunir en torno a la clase laboral todos los sectores y fragmentos de las masas subalternos: más allá de una mera lógica sindical, y en contra de la actual dinámica de fragmentación.
En este marco y en este terreno el PRC plantea la propuesta más general del frente único de clases contra el gobierno Berlusconi y el empresariado. Su significado es simple: si el gobierno vuelve a crear a su alrededor la unidad de acción de la burguesía, se necesita realizar la más amplia unidad de acción de los trabajadores y las trabajadoras contra el gobierno y el bloque de intereses que lo sostienen. Se trata de reivindicar la más amplia unidad de lucha de los trabajadores, más allá de cualquier barrera política y sindical, favoreciendo, dondequiera que sea posible, la convergencia en la acción sobre un programa común. En general hay que dirigir un llamamiento a todas las fuerzas y tendencias que remiten al movimiento obrero para que converjan en la acción en torno a un programa de clases independiente, en abierta ruptura con las fuerzas del centro burgués. Si la subordinación del movimiento obrero al centro burgués ha preparado en cinco años la victoria de Berlusconi, sólo la ruptura con el centro burgués puede permitir al movimiento obrero expulsar a Berlusconi. La propuesta apremiante de unidad de acción del movimiento obrero contra el gobierno por lo tanto debe ser contrapuesta abiertamente a cualquier propuesta de un frente con las fuerzas burguesas. La lucha, por la hegemonía de clases en la oposición contra el gobierno de las derechas en alternativa al centroizquierda burgués, define exactamente el nuevo campo de batalla de los comunistas.


TESIS 24 -REFUNDACIÓN SINDICAL
Se necesita desarrollar una batalla organizada de clases tanto en la Cgil como en el sindicalismo de base extra confederal en la perspectiva de la "Constituyente de un sindicato clasista, unitario, confederal, democrático, de masas". Al mismo tiempo, se necesita luchar por el desarrollo de estructuras de autoorganización de masas (desde las coordinadoras de los delegados a los comités de lucha y huelga, a los consejos).

Es necesario realizar un viraje profundo de nuestra política sindical. En primer lugar es esencial un juicio inequívoco sobre la naturaleza de las burocracias sindicales, verdaderas agencias de la clase dominante al interno del movimiento obrero. La política de concertación de los grupos dirigentes confederales, y particularmente de la Cgil, representa simplemente una "política errónea" por ser tan grave. Refleja la naturaleza profunda de los aparatos burocráticos del sindicato: una "clase política" y una estructura correspondiente, cuya acción permite el perpetuarse del dominio de clases del capital.
El primer deber de nuestro partido es por lo tanto superar la óptica hasta ahora perseguida de "mover a izquierda el eje de la Cgil". Al contrario el PRC es llamado a asumir como nuevo eje de su propia política sindical, una lucha abierta para expulsar la burocracia afuera del movimiento sindical, a partir de un juicio de "imposibilidad de reforma" de las estructuras.
Esto no excluye el trabajo de los comunistas en las organizaciones tradicionales y principalmente en la Cgil. Pero ciertamente implica el total abandono de cualquier lógica de presión, aunque radical, sobre las burocracias dirigentes, y el desarrollo de una oposición abierta de clases capaz de desafiar las "reglas" del aparato sindical y configurarse como referencia autónoma para el conjunto de trabajadores/trabajadoras. Incluso, la apertura de parciales contradicciones al interno del aparato y la necesidad impuesta por la presencia del gobierno del centroderecha no cambian este marco general. Sabbattini y la burocracia Fiom, que se han convertido demasiado fácilmente en un punto de referencia y un interlocutor privilegiado para la actual mayoría del partido, no expresan una contraposición estratégica a la línea de colaboración de clases de Cofferati (expresada también con respecto a la guerra). Cuyas últimas posiciones no constituyen más que la expresión táctica de la autodefensa obligada de una burocracia socialdemócrata frente a un ataque que aspira a reducir drásticamente su papal en la concertación. Concertación reconfirmada como eje estratégico frente a un ataque de la burocracia CGIL justamente en relación con la ofensiva gubernamental en acto. Así como para el grupo de mayoría de las Comisiones Obreras en España, el objetivo de Cofferati es aquél de la realización de un marco de concertación también con el gobierno de centroderecha: el único problema es que Berlusconi no es Aznar y esto hace difícil que el objetivo sea practicable.
La constitución en la CGIL de la nueva área de "Lavoro e società-Cambiare rotta" es ciertamente un hecho positivo porque supera la precedente situación de división esencialmente inducida por una práctica de nuestro partido, no basada sobre presuposiciones de línea político-sindical, sino sobre las necesidad de tener un sector "fiel" a la política del partido, en particular en el momento de su participación en la mayoría de centroizquierda (no casualmente las condiciones de una reunificación de las áreas de la izquierda sindical han sido planteadas a partir de nuestra ruptura con el gobierno Prodi). Sin embargo el elemento positivo es sólo organizativo. En efecto no se obtiene ningún balance de la incapacidad tanto del área de "Alternativa Sindacale" como de la "Area dei comunisti in CGIL" de representar una oposición de clases consecuente con la línea de colaboración de la mayoría de la Cgil. Incapacidad reconfirmada de frente a la traición del movimiento antigubernamental representado por la "huelguita" de diciembre de 2001. Enseñando en efecto todos sus límites reformistas "Lavoro e società-Cambiare rotta" en lugar de contraponerse directamente se ha adaptado en su mayoría a las elecciones de la burocracia dirigente.
Por lo tanto es necesario trabajar por el desarrollo de una área coherentemente clasista, basada en los militantes comunistas pero abierta a la agregación de otros sectores independientes, que se presente como candidata a la hegemonía sobre el conjunto de la izquierda de la confederación y se base en un programa de acción anticapitalista en oposición abierta a los grupos dirigentes.
Paralelamente el PRC debe trabajar por una conexión constante, en la acción, entre esta izquierda refundada de la Cgil y los compañeros/as comunistas que desarrollan su propia acción en el capitalismo de base extra confederal: un sindicalismo que configura, obviamente, un marco de acción más avanzado en el terreno de los objetivos político-sindicales y que, sin embargo, sobre distintas bases, es marcado por límites reales, más allá de su límite de influencia: como, por ejemplo, la tendencia crónica a la fragmentación. En este marco la batalla por la unificación del sindicalismo de base extra confederal es una acción que hay que desarrollar como central en la próxima fase de parte de los militantes comunistas integrados en ello.
El PRC no puede ilusionarse con poder superar "por decreto" la actual dislocación de los militantes comunistas en distintas organizaciones sindicales: ésta es una realidad sancionada y "legitimada" tanto por la objetiva complejidad de la cuestión sindical, como por el caso concreto del sindicalismo italiano, y que sólo el desarrollo de la lucha de clases y la experiencia de la lucha antiburocrática podrá permitir superar hacia adelante. Al contrario, el PRC puede y debe, desde ahora, indicar el eje general de propuesta y las bases programáticas que deben unir a los militantes sindicales comunistas, que se ubiquen en el sindicato confederal o en aquél de base extra confederal.
El eje general que el V Congreso avanza es la propuesta de la "constituyente de un sindicato clasista, unitario, confederal, democrático y de masas".
Con esta indicación los comunistas se dirigen al conjunto de los trabajadores y las trabajadoras para realizar su unidad, a partir de bases más amplias, en una confederación sindical unitaria fundada en la democracia de los trabajadores y en la defensa de sus autónomos intereses, rompiendo con las actuales burocracias dirigentes. Esto significa avanzar la perspectiva de una unidad desde abajo, empezando por asambleas unitarias de afiliados (y no) en los lugares de trabajo. Las formas de articulación de esta propuesta general podrán variar con relación al desarrollo concreto de la situación. Pero ella asume como referencia central la lucha de los comunistas por la hegemonía sobre las masas políticamente y sindicalmente activas: afuera tanto de una lógica de auto segregación sobre bases puramente sindicalistas, como de una lógica de subordinación a los actuales aparatos sindicales.
En esta perspectiva de trabajo común es necesario un coordinamiento de los militantes sindicales comunistas más allá de las distintas pertenencias de sigla. Una coordinadora que debe ponerse desde ahora como ámbito de unificación de nuestro debate sindical, en varios niveles territoriales y en distintos sectores.
Paralelamente, sobre la base de la propuesta de la "constituyente", debemos trabajar por la agrupación unitaria de un sector más amplio, que vaya más allá de los militantes comunistas, edificando en los lugares de trabajo, dondequiera que sea posible, "comités para la refundación sindical", que involucren activistas sindicales de distinta pertenencia, e intenten configurarse como punto de referencia para la acción antiempresarial y antiburocrática.
Además es importante que el PRC trabaje para relanzar el movimiento de los delegados Rsu. Una coordinadora permanente de la izquierda amplia de los/as delegados/as en las Rsu (Representaciones Sindicales Unitarias) sobre un programa inmediato de naturaleza clasista puede ser, en efecto, un importante instrumento de lucha antiburocrática y para el desarrollo del movimiento de masas. Desde este punto de vista hay que apoyar plenamente la iniciativa unitaria del sindicalismo clasista que ha visto un primer importante momento en el encuentro de los/as delegados/as sindicales del 1 de diciembre de 2001 en Bologna y verá su segundo pasaje con al asamblea del 11 de enero de 2002 en Milán.
En fin, aunque se considere central la lucha en las organizaciones sindicales, los comunistas deben evitar cualquier tipo de formalismo. En particular, en los momentos de ascenso de la lucha, tanto generales como particulares, es decisivo trabajar por el desarrollo de formas de autoorganización de masas, tanto en la forma de comités de lucha, como en la forma mucho más elevada de estructuras elegidas y controladas democráticamente (comités de huelga, consejos). En definitiva es en estas estructuras, más que en las organizaciones sindicales, que se jugará la batalla de los comunistas por la conquista de la mayoría de la clase.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 25 - INTERVENCIÓN EN EL MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÓN EN ITALIA
El movimiento antiglobalización en Italia ha obtenido una real dimensión de masas y encierra relevantes potencialidades anticapitalistas. Pero es decisiva su convergencia de lucha con la clase obrera como condición del triunfo de sus mismas razones. Trabajar en la clase obrera para asumir las instancias del movimiento antiglobalización dentro de un programa de clase. Trabajar en el movimiento antiglobalización por su abierta proyección de lucha hacia el movimiento obrero al interno del conflicto central entre capital y trabajo. Ésta es hoy una necesidad central de la batalla de hegemonía de los comunistas por la reconstitución de un bloque social anticapitalista. Pero requiere un compromiso de lucha, dentro de la construcción del movimiento, contra las posiciones prevalentes en sus actuales direcciones.

El movimiento antiglobalización ha conquistado un papel objetivamente de gran importancia en el escenario italiano. Más que en otros países europeos ha logrado una real dimensión de masas, particularmente entre los jóvenes, testimoniada por la gran manifestación de Génova; ha involucrado reales sectores de vanguardia de la clase laboral y de sus representaciones sindicales; ha ejercido y ejerce un relevante impacto político sobre la entera situación nacional. En general se rodea de una difusa simpatía popular, cual efecto indirecto de la crisis de hegemonía del liberalismo en amplios sectores de masas. Por esto el movimiento revela un precioso potencial de ulterior expansión que los eventos de guerra no han perjudicado.
Pero justamente esta realidad y potencialidad subrayan los problemas irresueltos de la orientación del movimiento. La desproporción entre el nivel globalmente retrasado de la conciencia política difusa en el movimiento y el elevado nivel de enfrentamiento con el aparato del Estado y el mismo gobierno, documentado por los hechos de Génova; la distancia entre el elemental impulso crítico antiliberalista y el nivel de confrontación impuesto por el empeoramiento de la guerra imperialista en Afganistán, describen una contradicción objetiva y peligrosa, en parte inscrita inevitablemente en la inexperiencia de las generaciones jóvenes, en parte amplificada por la cultura reformista-pacifista de la dirección mayoritaria del movimiento.
Nuestro partido, fuerte en una presencia difusa en el movimiento, puede y debe empeñarse en afrontar y superar hacia adelante aquella contradicción, en el interés del movimiento y de sus razones. No puede concebir su propio papel ni como pura representación institucional de las instancias de movimiento; ni como mediador entre el movimiento e instituciones; ni como puro elemento de unión de la unidad del movimiento entendida como bloque político-diplomático con las componentes asociativas centrales de su liderazgo. En cambio debe combinar una acción leal de edificación cotidiana del movimiento de masas antiglobalización con una batalla abierta de orientación política del mismo movimiento: una batalla que tiende a desarrollar la conciencia política del movimiento sobre el terreno anticapitalista y antiimperialista (véase tesis...), su autonomía y contraposición al centroderecha y al centroizquierda, su convergencia de lucha con la clase obrera sobre el terreno del bloque social alternativo. Una batalla abierta de hegemonía alternativa.
La acción de construcción del movimiento implica sobre todo una abierta responsabilidad de propuestas sobre el mismo terreno de las formas de lucha y de organización del movimiento. En este ámbito hay que contrarrestar cada posición, que aflora cíclicamente, que de hecho propone al movimiento una especie de repliegue seminarial y un retroceso de sus niveles de movilización (como en la fase sucesiva a las manifestaciones de Génova, a la vigilia de la manifestación de Nápoles contra la OTAN, con relación a la misma manifestación de Roma del 10 de noviembre). En cambio hay que plantear la importancia de las manifestaciones, pacíficas y de masas, como terreno de lucha indispensable a fin de la agregación, del impacto político, de la misma visibilidad y popularización de las razones del movimiento. Hay que afrontar seriamente, en este marco, la problemática de la autodefensa de las manifestaciones de cualquier forma de agresión, cual instrumento de tutela del carácter pacífico y de masas de las manifestaciones mismas (véase servicios de orden). Además hay que afrontar la cuestión de la organización democrática nacional de un movimiento que precisamente por su expansión no puede regirse más sobre un mero pacto de cumbre ínter asociativo, sino que debe involucrar democráticamente a las masas de los activistas, hoy privados de cualquier poder de decisión, en la definición de las elecciones del movimiento mismo y de sus representaciones en cada nivel: so pena del combinarse de una crisis de democracia, de una evasión de las elecciones, de una débil representatividad de las decisiones.
En el plano político es necesario desarrollar en el movimiento la propuesta de convergencia de lucha con la clase obrera, en el terreno de la oposición abierta al empresariado y al gobierno Berlusconi. No se trata simplemente de representar "nuestra sensibilidad" de clases dentro del mosaico del movimiento. Se trata de luchar para conquistar la parte más amplia del movimiento a una perspectiva de clases, cual condición de la afirmación de sus mismas razones y cual terreno de valorización de sus mismas potencialidades de impacto.
En el actual marco, el movimiento antiglobalización, ya fortalecido por una difusa simpatía en vastos sectores de la sociedad, podrá realmente transformarse en el detonador de una explosión social: pero a condición de que del movimiento emerjan una nueva orientación y una nueva propuesta. El encuentro con los trabajadores no se puede reducir a una sumatoria de buenas relaciones con las representaciones del sindicalismo de clases, ni a una acción de presión sobre Cofferati o al simple registro de la adhesión de la FIOM al GSF (que ciertamente es importante). Pero puede y debe traducirse en una propuesta pública de acción común, basada en una plataforma de reivindicaciones simple y aglutinante, que sepa establecer una relación de sintonía con las demandas sociales de las masas más amplias y que justamente por esto pueda desafiar a las mismas organizaciones sindicales a la unidad de acción, poniendo cada una de ellas frente a sus propias responsabilidades. En este sentido, hay que plantear abiertamente la propuesta de la controversia general del mundo laboral y de los desempleados no sólo entre los trabajadores sino en el mismo movimiento antiglobalización, indicando así desde ambas vertientes, el posible terreno de una común acción de lucha unitaria y concentrada. Hay que señalar la misma perspectiva de la huelga general contra empresariado y gobierno como ocasión extraordinaria de una preciosa convergencia de lucha entre trabajadores y jóvenes, en una dinámica de ruptura con la burguesía.
La lucha por la hegemonía de clase en el movimiento antiglobalización implica una acción política constante para su autonomía y esencia alternativa al centroizquierda burgués. El aparato DS y las fuerzas del Ulivo trabajan para producir un condicionamiento externo del movimiento en el intento de subsumirlo como factor subalterno de una futura alternancia liberal. La operación comenzada en ocasión de la marcha Perugia-Assisi, a través de la plataforma de la así llamada Mesa de la Paz, se enmarca abiertamente en esta estrategia de fondo, que encuentra apoyos e interlocutores en sectores directivos del movimiento o respuestas débiles y defensivas. El PRC puede y debe contrarrestar en el movimiento, con todas sus fuerzas, las operaciones de los DS y del centroizquierda. Puede hacerlo a condición de que revise con detenimiento la formulación actual y la de perspectiva. No se trata de proponer a los liberales de centroizquierda una contaminación de movimiento en la lógica de la izquierda plural. Se trata de desarrollar en el movimiento una política de autonomía y ruptura con el centroizquierda y el aparato DS. No se trata de contener y diplomatizar las contradicciones entre movimiento y Ulivo, o de teorizar la no-injerencia en esta contradicción (como en el caso de la marcha de Perugia): al contrario se trata de trabajar para profundizarla. Combinando la más amplia proyección de masas hacia los trabajadores y los jóvenes, fuera de cualquier cultura minoritaria, con la explicación constante de la imposibilidad de conciliar las razones de fondo del movimiento y los guardianes liberales de la sociedad burguesa y de su barbarie. En este marco, hay que tomar públicamente el voto del aparato DS y del Ulivo en favor de la guerra imperialista contra el pueblo afgano como prueba inequívoca y definitiva de esa imposible conciliación. En general, la lucha por la hegemonía anticapitalista y antiimperialista en el movimiento antiglobalización representa el terreno central de acción para le defensa y el desarrollo de su autonomía.


TESIS 26 -ESCUELA
La escuela representa un terreno crítico del ataque dominante. Pero representa también un sector estratégico para la reconstitución del bloque alternativo.

El gobierno Berlusconi apunta a un verdadero salto de las políticas reaccionarias contra la educación pública. Una vez más hereda las políticas desarrolladas por la legislatura de centroizquierda, y sus puntos de ruptura (se piense en las elecciones del gobierno D'Alema en 1998 con respecto a la paridad escolar), para extenderlas y hacerlas más radicales contra el conjunto del personal empleado en las instituciones educativas y de los estudiantes, y contra el interés de las clases subalternas. La escuela pública es afectada principalmente por los nuevos recortes de la Ley Presupuestaria, directamente utilizados como inversión de guerra (5000 millardos); por la planeada reducción, a lo largo de cinco años, de los gastos para todo el personal que trabaja en las instituciones educativas, conexa también con una reducción seca de la ocupación en el sector; por la extensión de los procesos de "autonomía financiera" vinculados con la reducción de los fondos públicos; por la planeada reducción desde cinco a cuatro años de la educación superior combinada con la equiparación de la formación profesional a liceo e institutos profesionales, en función de los intereses empresariales. Paralelamente el gobierno de las derechas asume la representación directa del bloque de intereses de la escuela privada, en plena sintonía con el Vaticano, como articulación del propio bloque social de referencia. La política de los "bonos escuela" tiende a generalizarse también a nivel territorial por obra de los gobiernos regionales. Y el federalismo regionalista sustrayendo al Estado la exclusiva competencia en tema de educación intenta producir una verdadera ruptura tanto en el terreno de la privatización de la escuela pública como en el terreno complementario del favorecimiento de la escuela privada, empresarial y confesional.
Este ataque en contra de la escuela pública, junto con la similar política universitaria, sin embargo está destinado a encontrar resistencias sociales crecientes. La escuela es el terreno en el cual a las políticas liberalistas, incluso en la fase de su ascenso general, les ha costado más trabajo conquistar un consenso social mayoritario. Hoy, en la nueva fase abierta por la crisis más general de la economía liberalista, la escuela se confirma como uno de los posibles terrenos centrales de resistencia y contraofensiva. La reactivación de las luchas de los enseñantes en los últimos años (después del largo período de estancamiento transcurrido después de la etapa de 1987-88) evidencia una contra tendencia en curso, mucho más significativa frente a la fragmentación de la representación sindical. Paralelamente, precisamente el asomarse de una nueva generación en el terreno de las luchas encuentra un reflejo significativo en la reactivación del movimiento estudiantil y sobre todo en la maduración, en su interno, de ocasiones más visibles de politización. Bajo este perfil es indicativa la intersección frecuente entre movimiento estudiantil y movimiento antiglobalización.
Hoy más que nunca los comunistas deben tomar la escuela como uno de los terrenos prioritarios de reconstitución de un bloque alternativo anticapitalista. Por esto nuestro partido no se puede limitar a apoyar y reivindicar el desarrollo del movimiento o de los movimientos contra las políticas reaccionarias con respecto a la educación, hecho naturalmente precioso e insustituible. Tiene que combinar su propia participación en la edificación activa del movimiento con una asunción de responsabilidad de propuesta en función de la reconstitución unitaria de la lucha y de la construcción de una salida.
Antes que nada, se necesita trabajar por una plataforma aglutinante de las movilizaciones que favorezca la reconstitución de lucha entre enseñantes y estudiantes y enlace las reivindicaciones inmediatas a un programa más global de alternativa de clases. La reivindicación de los aumentos saláriales para el personal empleado en las instituciones educativas, la reducción del número máximo de alumnos por salón y de salones por enseñante; el desarrollo y la reestructuración de las estructuras escolares; la extensión de la escuela pública (a partir de los jardines de niños) y de su servicio con relación a la población adulta, a los inmigrantes, a los ancianos; todas estas reivindicaciones en su conjunto tienen que enlazarse con el objetivo de la abolición de cualquier forma de financiación directa o indirecta, también en el ámbito de juntas locales (de centroderecha y centroizquierda), de la escuela privada o confesional, con la perspectiva de una nueva adquisición sobre bases públicas y gratuitas de toda la educación, y con la reivindicación de la tasación progresiva de los grandes patrimonios, rentas y ganancias, como fuente de financiación de la escuela. Así hay que desarrollar la lucha contra el desmantelamiento de los órganos colegiales -promovido por el gobierno Berlusconi- no en una lógica defensiva y conservadora, sino en nombre de una propuesta de control social sobre la educación pública, basada en la participación de los enseñantes, los estudiantes, del conjunto de la población escolar en alternativa al control de las empresas y de sus intereses.
Conjuntamente los comunistas deben plantear la propuesta de una unificación del movimiento estudiantil en curso en el terreno de la autoorganización democrática. Una situación de fragmentación del movimiento y de los empleos, sin plataforma unificada, sin un marco democrático de verificación de la representatividad de las distintas posiciones y propuestas, sería carente de salidas ganadoras. Y al contrario, abriría el camino, como enseña la experiencia, a los vértices del Uds (Uniòn de los estudiantes) y al relativo reflujo del movimiento. Al contrario se puede aprender de la experiencia de los estudiantes franceses: proponer que cada asamblea de escuela ocupada designe democráticamente sus delegados, permanentemente revocables, y que las coordinadoras de los delegados, en distintos niveles, hasta el nivel nacional, sean la sede democrática de definición de la plataforma reivindicativa del movimiento. Sólo así el peso de las distintas posiciones, organizaciones y áreas será medido por el efectivo nivel de representatividad democrática. Sólo así podrá desarrollarse una verdadera controversia nacional entre movimiento y gobierno. Sólo así las mismas formas de lucha y su continuidad serán dirigidas hacia objetivos claros, representativos, que se pueden verificar.


TESIS 27 - CUESTIÓN MERIDIONAL
Las masas meridionales son un aliado estratégico decisivo de la clase obrera en la perspectiva anticapitalista, y una fuerza determinante para la afirmación de tal perspectiva. La cuestión meridional se repropone como cuestión central de la vida nacional y como uno de los puntos de máxima intersección de cuestión social y cuestión democrática.

Ya la historia de los años Ochenta ha marcado la continuidad del proceso de marginación económico y social del sur al interno de la división nacional e internacional del trabajo. El viraje de los años Noventa y el comienzo de la II República ha inducido la situación meridional a una verdadera caída. El recorte de las trasferencias asistenciales, el proyecto liberalista del federalismo, la política de flexibilidad expansiva (véase los contratos ejemplares de Manfredonia, Crotone, Castellamare) se dan en un trasfondo social ya marcado por una profunda desindustrialización y por la ulterior expansión de un desempleo de masas, sobre todo juvenil ya desde hace tiempo dramático. El ingreso en la Europa de Maastricht consolida y acentúa estas tendencias de fondo: confirmando una vez más que la creciente marginalidad de la economía meridional, lejos de ser una expresión de "retraso" y atraso, es la consecuencia de una real integración en el moderno mercado capitalista y un laboratorio de experimentación de las formas más avanzadas de explotación.
Por otra parte, la ulterior decadencia del sur produce en su interno una polarización de la riqueza y del enfrentamiento social. Por un lado, tenemos a una burguesía meridional emergente vinculada a las construcciones, al sector terciario y a la economía turística, protagonista desaprensiva de las operaciones especulativas en las áreas industriales abandonadas y que multiplica sus capitales a través de los mecanismos de la renta. En el polo opuesto la pesada reorganización de la clase obrera industrial se acompaña a un proceso de más amplio empobrecimiento marcado por el peso creciente de los desempleados, por la desvalorización del empleo público, por la sobreexplotación del trabajo femenino.
En este marco el crimen organizado encuentra su espacio natural de reproducción social: se enlaza profundamente con la burguesía meridional, de la cual es una fracción orgánica, a través de una relación compleja: por un lado ejerce sobre ella un retiro fiscal ilegal y difuso, ampliamente sustitutivo del fisco estatal, entrando así en contradicción con el interés global de la burguesía nacional, pero por otro lado le asegura protección social y crédito bancario (también a través de la utilización de sectores del Estado). Además el crimen organizado actúa como oficina de colocación de jóvenes desempleados y por lo tanto, paradójicamente, como amortiguador social, sobre todo en una fase en la cual el Estado burgués, desde siempre recaudador y gendarme, llega a negar hasta la asistencia. En este marco ninguna sentencia de tribunal o iniciativa judicial, ninguna proclama solemne de lucha contra la mafia pueden remover peso social y raíces del crimen organizado, objetivamente incorporado al bloque histórico dominante.
El nuevo gobierno de las derechas constituye hoy un factor de ulterior empeoramiento de la situación meridional. Las políticas de flexibilidad salvaje del trabajo y de ataque en contra de las conquistas sociales recaerán de forma concentrada sobre las condiciones materiales de amplios sectores de jóvenes y mujeres meridionales. En paralelo, el relanzamiento de las políticas de las "grandes obras" apunta a respaldar el bloque de negocios especulativos con la abierta implicación de sectores hampescos del capital, en detrimento del medio ambiente y de la misma ocupación (véase puente sobre el estrecho de Messina).
Por lo tanto la plataforma de lucha por la controversia aglutinante de trabajadores y desempleados adquiere una valencia central para las masas del Sur de Italia. Las reivindicaciones del salario garantizado a los desempleados y a los jóvenes en busca de primer empleo, de la transformación de los trabajadores que están en una situación laboral precaria en trabajadores con contratos por tiempo indefinido, de la abolición del "Paquete Treu" y de las leyes de flexibilidad laboral deben, ser asumidas, hoy como nunca, como terreno de unificación del bloque social alternativo en el sur y como ámbito de reconstitución en este de la hegemonía de clases. En este sentido hay que reconducir estas reivindicaciones a un programa anticapitalista más global, basado en un vasto plan de renacimiento y desarrollo general del sur de Italia y en la necesidad de una acción de lucha radical en su apoyo, de parte del conjunto del movimiento obrero, rompiendo con la lógica de las políticas de concertación adoptadas hasta hoy por el sindicalismo.
Se necesita organizar comités de lucha que vean como protagonistas, dondequiera que sea posible, a trabajadores, desempleados, trabajadores que están en una situación laboral precaria, migrantes y estudiantes, que apoyen elecciones ocupacionales en neta contra tendencia con aquellas dominantes, incluso planteando el objetivo de la nacionalización de las fábricas que despiden, evaden, explotan a mano de obra a bajo costo (con escasas normas de seguridad, bajos salarios, escasa especialización, medio tiempo, etc). Se necesita reivindicar como política social para el renacimiento del Sur la eliminación de los privilegios de clases de la burguesía: la abolición del secreto bancario, comercial, financiero como única condición de la lucha contra el fraude y la evasión fiscal; la tasación fuertemente progresiva de las ganancias y de las grandes rentas; la abolición de las trasferencias públicas a las empresas, verdadero asistencialismo de Estado que sustrae cada año al fisco público decenas de millares de millardos.
Para finalizar, al bloque histórico dominante entre la gran burguesía del Norte y la burguesía meridional, incluyendo aquí su fracción criminal, se necesita contraponer el bloque histórico entre la clase obrera y las masas populares del Sur, empezando por los trabajadores y los desempleados, sobre la base de un programa anticapitalista. Incluso este bloque de clases es el único que puede transformar la cuestión meridional en una detonador decisivo de la alternativa capitalista.


TESIS 28- POR UN MOVIMIENTO DE MASAS DE LAS MUJERES
El Prc puede y debe comprometerse por el desarrollo de un movimiento de masas de las mujeres en el terreno de la reconstitución de la oposición de clases y anticapitalista.

En los años Setenta el ascenso de la clase obrera italiana abrió un camino importante al desarrollo del movimiento de las mujeres. A su vez, la lucha de las mujeres hizo irrupción en el debate político, en la cultura, en la sociedad italiana, favoreciendo la maduración de una experiencia de masas más avanzada en el mismo terreno democrático y obteniendo también resultados importantes, aunque limitados, desde el punto de vista de la costumbre y el derecho (véase legislación sobre las trabajadoras madres, L.194/78).
En los años 80's el retroceso del movimiento obrero arrastró consigo una involución más general de la sensibilidad democrática y de la conciencia de masas y, con estas, un retroceso del movimiento de las mujeres.
Pero, sobre todo en aquel trasfondo se desarrollaron en el movimiento femenino orientaciones culturales de progresivo desapego de los temas sociales y de clases, de rechazo de la contradicción capital/trabajo, de repliegue intelectual-elitista. Las teorías idealistas hoy presentes en una parte relevante del pensamiento feminista -que reconducen la opresión femenina a una raíz biológica y a un código simbólico masculino- nacieron en aquel clima simbólico y cultural.
Hoy el comienzo de una reactivación del movimiento obrero, la crisis de hegemonía de las políticas liberalistas, el asomarse de una joven generación, crean un espacio nuevo para el posible relanzamiento de un movimiento de masas de las mujeres, capaz de involucrar en primer lugar los sectores más oprimidos y explotados de la población femenina. Y sobre todo hoy el PRC debe comprometerse en esta dirección afuera de cualquier adaptación a expresiones elitistas del pensamiento femenino.
Las políticas sociales de la entera legislatura de centroizquierda han determinado un ataque profundo a las condiciones de vida de millones de mujeres (Ley 48/98 del gobierno Prodi, Ley Bassanini de 1997 en favor de los subsidios, desafortunadamente sostenidas por el voto del PRC). Hoy el gobierno Berlusconi por un lado da voz a la arrogancia del peor integralismo católico (véase el ataque en contra de la ley 194), por el otro introduce el relanzamiento de la "importancia central de la familia" sobre un ulterior desmantelamiento del Estado social. A través de desgravaciones fiscales y subsidios irrisorios, el núcleo familiar, es decir la mujer, es impulsado a hacerse cargo de tareas de cuidado antes propias del Welfare State. La privatización del Sistema de Salud y de las guarderías va en la misma dirección. Las mujeres se ven obligadas a cargar por sí mismas el trabajo de cuidado de sujetos a riesgo y marginados de esta sociedad (ancianos, enfermos terminales, seropositivos, minusválidos). Y esto mientras que sufren como primeras víctimas el ataque en contra de los puestos de trabajo (despidos) y la reducción salarial.
Desde más vertientes la opresión de miles de mujeres tiene cada vez más un contenido social reconocible e inequívoco.
En este terreno hay que construir una intervención de clases con el objetivo de recomponer la más amplia oposición de masas, empezando por las mujeres. La lucha contra las privatizaciones y contra el ataque en contra del Estado social; la lucha por el derecho de trabajo y por un salario garantizado cuando no hay trabajo; la lucha por el derecho de salud garantizado, por el servicio público y gratuito; la lucha por las guarderías y contra la clausura de los consultorios, pueden involucrar, en primera línea, a los sectores más oprimidos de la población femenina. Pero es esencial que el movimiento obrero asuma estas temáticas al interno de sus luchas como terreno de hegemonía y reconstitución. Y que el PRC ponga estas temáticas conjuntamente al interno del movimiento obrero (contra cualquier lógica de concertación) y como ámbito de desarrollo de un movimiento de masas de las mujeres.
El PRC tiene la tarea de monitorear todas las expresiones de lucha de las mujeres, de arraigarse en su interno, de trabajar para extenderlas y unificarlas. Pero construyendo siempre una conexión viva entre objetivos inmediatos y perspectiva anticapitalista, dentro de la lógica transitoria. Y por lo tanto reconduciendo cada lucha de las mujeres al proceso más general de emancipación de la clase laboral, por una alternativa de sociedad y poder.


TESIS 29 - INTERVENCIÓN SOBRE LA INMIGRACION
El fenómeno de la inmigración -uno de los productos más macroscópicos del carácter desigual y desequilibrado del desarrollo capitalista- es utilizado por la clase dominante para dividir y debilitar a la clase obrera.
El compromiso de los comunistas para los derechos sociales y políticos de los inmigrantes y contra la xenofobia y el racismo es parte integrante de la lucha por la reconstitución de la unidad de clases y por la construcción del bloque social alternativo.

Las migraciones son unos de los efectos más macroscópicos de las contradicciones del desarrollo capitalista y hoy también de las guerras y de las catástrofes ambientales.
También Italia conoce desde hace tiempo una presencia creciente de trabajadores provenientes de los Países de Europa del Este y del Tercer Mundo que la clase dominante aspira a utilizar como fuerza laboral disponible a bajo costo y con pocas pretensiones.
Clausura de las fronteras, flujos programados, control policiaco son los puntos sobresalientes de la política de la inmigración actuada en la última década y compartida, más allá de las diferencias de tono y acento, por el centroizquierda y el centroderecha.
Lejos de disciplinar el fenómeno, esta línea represiva empeora las ya difíciles condiciones de vida de los migrantes, crea los así llamados clandestinos, contribuye a construir una percepción distorsionada de la inmigración como fenómeno criminal y a alimentar la xenofobia y los prejuicios racistas. Por otro lado, la condición de clandestinidad, el chantaje de la expulsión, la amenaza de la xenofobia son funcionales para hacer a los inmigrantes disponibles, es decir para hacer de ellos un elemento de debilitamiento y división de la clase obrera.
Frente a la novedad de la inmigración, la respuesta de las fuerzas del movimiento obrero ha sido completamente subalterna a las tendencias políticas dominantes, limitándose cuando es mucho, a genéricos sobresaltos de compromiso humanitario. También el PRC, en el marco del apoyo al gobierno Prodi, tiene la responsabilidad de la ley Turco-Napolitano que uniforma nuestro país a la legislación policiaca de Schengen e introduce para los inmigrantes irregulares los campos de concentración y la deportación.
Los comunistas deben ser conscientes de que los fenómenos migratorios ponen un reto en el terreno de la reconstitución de la unidad de la clase obrera y de la construcción del bloque social alternativo. Al defender a los trabajadores inmigrantes el PRC debe saber desarrollar, según la indicación leninista, la función de "tribuno del pueblo" que da voz a quienes en esta sociedad no tienen voz porque son los más oprimidos. Por un lado se necesita luchar para realizar la unidad entre trabajadores extranjeros e italianos, por el otro se necesita empeñarse con determinación contra la xenofobia y el racismo y para construir la respuesta militante, unitaria y de masas a las agresiones xenófobas.
Antes que nada, hay que reivindicar el respeto del derecho de asilo, la clausura de los así llamados centros de permanencia temporal, la regularización de todos los inmigrantes presentes en el territorio nacional, la abolición de los procedimientos policiacos para el permiso de estancia y de trabajo, la realización de concretas medidas materiales y socio-culturales de hospitalidad e integración; pero el objetivo debe ser la abolición de todas las restricciones de ingreso y los plenos derechos de ciudadanía, sociales y políticos, para todos los que buscan en nuestro País mejores condiciones de vida. Al mismo tiempo hay que luchar para sustraer a los trabajadores extranjeros del trabajo en negro, de los bajos salarios, de la sobreexplotación, empeñándose para su ingreso en el sindicalismo y su plena integración en el movimiento obrero y en sus organizaciones.
En este ámbito general asume hoy un carácter de prioridad la movilización más amplia contra la ley Bossi-Fini y el ulterior salto reaccionario que ella sugiere (anulación del derecho de asilo, introducción del delito penal de inmigración clandestina, condena del trabajador migrante a la flexibilidad de por vida bajo las órdenes de la empresa). Hecho que requiere, sobre todo hoy, la directa asunción de la defensa de los derechos de los trabajadores extranjeros de parte del conjunto del movimiento obrero como parte integrante de la plataforma de lucha contra el gobierno y para su expulsión.


TESIS 30 - IMPOSTACIÓN PROGRÁMATICA DE LA ALTERNATIVA DE CLASES
El PRC está y debe estar en primera línea en la oposición contra la agresión liberalista. Pero no se puede limitar a una mera acción defensiva, aunque prioritaria. En cambio es esencial conectar, dondequiera que sea posible, la acción de defensa y ampliación del estado social y de los derechos a un programa anticapitalista contra la crisis, que indique una solución de clases alternativa. No se puede sólo proclamar la cuestión de la propiedad y del poder: hay que ponerla al centro de la elaboración programática del partido como hilo del discurso de la intervención de los comunistas en la clase obrera.

En estos años nuestro partido ha asumido como propio horizonte programático de intervención, un horizonte de reforma de la sociedad capitalista en dirección de un modelo de desarrollo no liberalista. Cualquier reivindicación inmediata, desde la tasación de los "BOT" hasta las 35 horas y los derechos de los trabajadores, ha sido reconducida a un programa de reforma señalado como terreno realista de una alternativa de sociedad hoy "posible", y de una "izquierda plural" de gobierno que la persiga. La reivindicación de la "Tobin Tax" para una "Europa social" es la ejemplificación actual de esta impostación.
Esta impostación en ofensa de su supuesto realismo, se ha revelado en los hechos profundamente utópica. Imaginar una solución reformista global, que sea al mismo tiempo compatible con el capitalismo y de carácter "progresivo", significa en las condiciones históricas de hoy perseguir una utopía. Lo demuestran las experiencias concretamente vividas y observadas en los años Noventa. Desde la vertiente del gobierno, bajo Prodi como bajo Jospin, aquel programa de reformas posibles se ha transformado en una política de contrarreforma y en una pesada corresponsabilización de los comunistas a las políticas liberalistas del capital. Desde la vertiente de la oposición, ese mismo programa, sistemáticamente propuesto a las fuerzas políticas dominantes y al aparato liberal de los DS como terreno de confrontación, no ha sido ni siquiera escuchado. Seguir persiguiendo esta impostación significa alimentar entre los trabajadores aquellas ilusiones neoreformistas que los comunistas como tales están invitados a combatir.
Entonces la impostación programática de la intervención de clases debe ser exactamente volcada. Los comunistas no pueden asumir como propio horizonte los así llamados objetivos "tangibles y posibles". Al contrario deben construir su propia política sobre la explicación constante que ningún objetivo serio de progreso social puede ser alcanzado y consolidado sin poner en discusión en última instancia las relaciones de propiedad y poder. No se trata absolutamente, como es obvio, de renunciar a las reivindicaciones inmediatas y elementales, que al contrario deben ser articuladas y reordenadas en una precisa propuesta de acción (controversia general). Se trata de explicar a partir de la experiencia práctica de los trabajadores que cada reforma, cada eventual conquista parcial, cada eventual defensa de viejas conquistas puede realizarse sólo como subproducto de un enfrentamiento general con la sociedad capitalista y sus gobiernos (de todos modos de cualquier tendencia). Y que sólo la ruptura de las relaciones capitalistas, sólo un gobierno de los trabajadores y las trabajadoras, basado en su fuerza organizada, puede abrir una real alternativa de sociedad.
Pero precisamente por esto hay que superar cualquier impostación programática "de posible compatibilidad", aparentemente concreta, concretamente abstracta. Es necesario individuar en cada terreno un sistema de reivindicaciones que por un lado encaje con lo concreto específico del enfrentamiento de clases y por el otro prefigure la necesidad de una salida anticapitalista global, afuera de cualquier ilusión reformista.
La defensa de las conquistas sociales del movimiento obrero en relación con las políticas dominantes; el desarrollo y la extensión de los derechos sociales como derechos universales, representan reivindicaciones programáticas esenciales para el PRC. Pero perseguirlas implica no sólo la demanda de abolición de las contrarreformas liberalistas realizadas sino una reubicación en la vertiente del gasto social de nuevos inmensos recursos. No es realista pensar que volver a negociar el pacto de estabilidad al interno de las redes de la Europa imperialista pueda configurar una respuesta al problema. Al contrario es necesario plantear la liberación de por lo menos trescientos mil millardos a través de la eliminación de insoportables privilegios de clases de la burguesía:
- la abolición del secreto bancario, comercial, financiero, como única condición concreta de una lucha seria al fraude y la evasión fiscal;
- un impuesto sobre el patrimonio extraordinario y ordinario sobre las grandes riquezas;
- un drástico aumento de la tasación de las grandes ganancias y las rentas, acrecentadas en estos años por las políticas dominantes;
- la abolición de las trasferencias públicas a las empresas, verdadera forma de asistencialismo estatal al capital que cuesta al fisco público decenas de millares de millardos;
- la abolición unilateral de la deuda pública con garantías plenas para los pequeños ahorradores;
estas reivindicaciones representan en su conjunto los instrumentos reales y posibles para financiar una nueva política social al servicio de las grandes masas laborales, de los desempleados, de los jóvenes, de los jubilados, del renacimiento del Sur de Italia.
Al mismo tiempo, sobre todo en esta época de crisis y de gigantescas concentraciones capitalistas, cualquier serio programa de redistribución de la riqueza choca con los límites de la propiedad burguesa.
Cualquier proyecto de nuevo modelo de desarrollo conforme a las necesidades de las masas laborales, de los desempleados, de las poblaciones pobres del Sur requiere la puesta en discusión de la propiedad en los sectores estratégicos de la economía, en el marco de una alternativa de fondo de sociedad y poder.
En este sentido el V Congreso compromete al PRC a desarrollar una campaña anticapitalista coherente no en términos ideológicos sino a partir de la experiencia de las grandes masas. Por ejemplo: la contaminación de los alimentos de parte de la grande industria alimentaria con la cobertura de la Comisión Europea pone exige de un control de los trabajadores y los consumidores sobre la producción del sector y la abolición del secreto comercial cual garantía de autodefensa social. Las especulaciones de la industria petrolera con respecto a los precios de la gasolina requieren la apertura de los libros contables de las compañías bajo el control de los consumidores y la sociedad. Los escándalos crónicos y repetidos de la gran industria farmacéutica en detrimento de la salud y de la vida requieren su nacionalización sin indemnización bajo control social. Cada episodio de criminalidad de la ganancia contra la amplia mayoría de la sociedad debe ser ajustado a la exigencia de una respuesta anticapitalista cual única solución de fondo.
En paralelo, hay que poner la cuestión de la propiedad al interno de las dinámicas de lucha de los movimientos afuera de cada adaptación a su monda y lironda espontaneidad. En el movimiento por la paz, en el marco de una más general impostación antiimperialista, hay que plantear la reivindicación de la expropiación de la industria bélica sin indemnización y bajo el control de los trabajadores. En el movimiento medioambientalista hay que cuestionar la propiedad privada de la gran industria contaminante como condición de su real reconversión. En general la cuestión de la propiedad privada es objetivamente planteada por los movimientos de resistencia en defensa del trabajo dentro de los procesos de crisis y reestructuración: la reivindicación de la nacionalización de las industrias en crisis sin indemnización y bajo el control de los trabajadores puede constituir un elemento de reconstitución unitaria de un frente estratégicamente central, aunque desarticulado y disperso.
Además hay que aclarar a los trabajadores que las nacionalizaciones que nosotros planteamos no tienen nada que ver con las viejas catedrales de la industria pública. En efecto los comunistas: luchan por nacionalizaciones sin indemnización (con la necesaria tutela de los pequeños ahorradores), porque la indemnización ya ha sido "pagada" con la explotación de los trabajadores y con las transferencias públicas; luchan para que junto con la nacionalización sean utilizados instrumentos de control obrero y popular, terreno central de autoorganización de masas democrática y de consejo; luchan contra cualquier ilusión de economía mixta y de democratización del capitalismo enlazando la reivindicación de las nacionalizaciones con la perspectiva de la alternativa de sistema.


TESIS 31 - PAPEL DE LA IGLESIA Y BATALLA ANTICLERICAL
La oposición comunista debe retomar una coherencia de propuesta en el mismo terreno social de las reivindicaciones democráticas. Con la apertura de una campaña para la abolición del concordato entre Estado e Iglesia, modificando la orientación hasta ahora tomada hacia el papado y las jerarquías eclesiásticas.

El PRC debe iniciar una gran campaña política por la abolición del Concordato entre Estado e Iglesia, modificando las posiciones contradictorias y confusas hasta ahora sostenidas con respecto a la Iglesia católica. El aval repetidamente brindado a un supuesto "anticapitalismo" del papado, en una lógica de "búsqueda" común ha representado un error profundo de nuestro partido.
El Vaticano hasta ahora representa, como siempre, un baluarte histórico del orden existente. Los entrelazamientos materiales de jerarquías eclesiásticas y propiedad capitalista en el sector financiero, inmobiliario, de tierra, constituyen la base material de esta función conservadora. Las formales posiciones de "apertura" de la Iglesia a instancias sociales o antiglobalización, así como la crítica al absolutismo de la ganancia no sólo no representan un anticapitalismo real, sino toman parte de un más general anti-materialismo ideológico o en abierta "competencia" y lucha contra el marxismo al interno de las masas obreras. Además la naturaleza integralista de la institución eclesiástica se expresa desde siempre en las posiciones reaccionarias del papado en el terreno de los derechos civiles, de la autodeterminación de la mujer, de los derechos de los homosexuales y las lesbianas, de la educación. En particular la lucha central de las mujeres en defensa de la ley 194 encuentra en el aparato de la Iglesia su propio enemigo frontal.
Hoy la fusión política entre intereses eclesiásticos y gobierno Berlusconi en múltiples terrenos fortalece sensiblemente la importancia de la lucha contra las jerarquías eclesiásticas. Ciertamente el PRC no es ni debe ser un partido "ideológico"; hay que concebir el marxismo mismo como programa de transformación, no como credo; la conquista de sectores católicos de masas en una perspectiva socialista es un aspecto importante de la estrategia revolucionaria, mucho más en un contexto que ve hoy a sectores católicos de joven generación bien presentes en el movimiento antiglobalización. Pero precisamente esto implica la revelación de las enormes contradicciones entre las exigencias progresivas de aquellos sectores y la naturaleza reaccionaria de la Iglesia, empezando por la lucha de clases y por la misma batalla por las reivindicaciones democráticas.
En este marco, hoy, en la onda del enfrentamiento que se ha abierto con respecto a la escuela privada y a la libertad de las mujeres, vuelve a ser actual la reivindicación de la abolición del Concordato, del fin de los privilegios materiales y simbólicos que éste garantiza a la Iglesia.


TESIS 32 - NATURALEZA DEL PARTIDO.
La propuesta planteada de "superación de la función de vanguardia" del partido, en favor de una "contaminación" de movimiento, representa un riesgo serio para el PRC y un daño para los mismos movimientos. La evaluación decenal de nuestra experiencia de partido, la promulgación de un cambio político y estratégico indican la necesidad de la construcción real del partido comunista como instrumento central de lucha por la hegemonía anticapitalista.

La naturaleza del partido, su función, sus formas de organización y de vida, no se pueden separar del programa que el partido persigue y de los caracteres de su política. Más bien: programa y política del partido seleccionan inevitablemente su misma naturaleza.
A lo largo del itinerario decenal, en el trasfondo de las elecciones políticas e institucionales hechas o perseguidas y de la remoción de un proyecto estratégico anticapitalista, nuestro partido ha progresivamente acumulado un conjunto de patologías ampliamente reconocibles: la cíclica escisión de las representaciones institucionales desde el partido, en varios niveles; un escaso compromiso de los militantes en la definición y elaboración de las elecciones, una insuficiente transparencia, a los ojos de los afiliados, de la confrontación política interna al partido; el fallido desarrollo de una sólida red de cuadros, una crisis profunda y duradera del arraigo social y de clases. En otros términos, nuestro partido ha defendido su propia existencia, pero por muchos aspectos no se ha construido. Se ha reproducido como importante lugar de agregación, como instrumento de movilización, como presencia política institucional, pero no ha desarrollado una vida colectiva de partido, ni una incidencia real en la dinámica de la lucha de clase.
De esta evaluación debería seguir la necesidad de un viraje, a fin de recuperar el tiempo perdido, en dirección de la importancia de la construcción del partido y de una nueva política que la jale; una política de alternativa anticapitalista y de correspondiente hegemonía en los movimientos. La sola política que pueda motivar realmente, más allá de los llamamientos, una cultura de organización, formación, militancia, enraizamiento.
En cambio, la propuesta que se plantea tiene un signo exactamente opuesto: por un lado reconfirma la continuidad de la línea política y estratégica, en el plano nacional y local; por el otro plantea una mayor disolución del partido en los movimientos al interno de un ataque directo, como nunca antes se había dado, a la concepción misma de la "hegemonía". La tesis de la "definitiva superación" de la función de "vanguardia" del partido, el concepto de "igual dignidad" entre sedes del partido y lugares de movimiento, la crítica explícita al mismo concepto de "círculo" y de "federación" que, al contrario, debe ser abierto a la "contaminación" de los movimientos configuran, en su conjunto, una línea de tendencia profundamente negativa. En lugar de desarrollar por fin una línea de hegemonía del partido en los movimientos, se teoriza por primera vez un principio de hegemonía de los movimientos sobre el partido. Y así la invitación a la apertura a los movimientos, de por sí importantísima, se transforma en riesgo de disolución en el movimiento mismo o de transformación de las propias estructuras en indistintos lugares de movimiento. El resultado paradójico no es el fortalecimiento del partido en el movimiento sino al contrario un principio de dispersión de las fuerzas y de su ulterior desarraigo en detrimento tanto del partido como del movimiento mismo.


TESIS 33 - PARTIDO, HEGEMONÍA, MOVIMIENTO
Es necesario construir el PRC como partido comunista según la acepción leninista y gramsciana de intelectual colectivo, comprometido en la lucha por la hegemonía anticapitalista en la clase obrera y en los movimientos de masas. La recuperación y la actualización de la concepción leninista del partido es parte decisiva de la construcción real del PRC, mucho más en el momento de la reactivación de los movimientos. Afuera y en contra de la cultura gramsciana de la hegemonía, cualquier defensa de la "forma partido" se reduce a débil y retórica evocación.

La lucha de clases y los movimientos de masas son el detonador central de la transformación socialista: esto significa que el trabajo de masas para la promoción de los movimientos de lucha, su extensión y desarrollo, la labor de arraigo profundo en los movimientos y en su dinámica, son tareas elementales de un partido comunista. Cada posición externa a los movimientos de masas, cada actitud de desapego -de todos modos motivada- no representa la "defensa" del partido, sino al contrario el "perjuicio" de un proyecto anticapitalista, es decir la razón misma del partido comunista. Por esto hay que contrarrestar con seriedad actitudes como éstas dentro del PRC, tanto en el plano cultural como en el plano político.
Pero la inserción profunda en los movimientos debe ser tomada como detonador de una batalla por la hegemonía, no como bandera de su remoción.
En la concepción de Lenin y Gramsci - antitética a las formulaciones teóricas y prácticas del estalinismo- "hegemonía" no significa "control administrativo", pretensión de una "primacía" del partido al interno de los movimientos. Al contrario, significa lucha política e ideal, libre y recta, por la conquista de los movimientos en una perspectiva revolucionaria: en abierta contraposición con orientaciones políticas y culturales burocrático-reformistas. Afuera de esta acción se dispersa la misma razón de un partido comunista y se perjudican las razones de fondo de los mismos movimientos. Toda la experiencia del Novecientos demuestra, en efecto, que los movimientos de masas más grandes y radicales, carentes de una dirección revolucionaria conciente y bajo la hegemonía de fuerzas reformistas están destinados en definitiva a la derrota. La vieja teoría revisionista de finales de 1800 según la cual "el movimiento es todo, el fin no es nada" (Bernstein) ha sido confutada radicalmente por la historia. No puede ser replanteada, de ninguna forma, como principio "nuevo" de la refundación comunista.
El argumento planteado según el cual la concepción leninista y gramsciana de la hegemonía sería hoy superada ya que se basa en la vieja separación entre "movimientos pre-políticos" y "doctrina" (en oposición, en cambio, al anticapitalismo latente de los movimientos actuales) mal interpreta radicalmente tanto el pasado como el presente.
La representación de los movimientos como masa política y del partido como "doctrina" distorsiona de manera caricaturesca la concepción marxista tanto de los movimientos como del partido. Cualquier movimiento de lucha de las clases subalternas, aunque limitado, encierra una potencialidad política: mueve pulsiones e ideas nuevas, desarrolla la experiencia de los protagonistas, enriquece su conciencia. En este sentido cualquier movimiento de lucha revela un natural "anticapitalismo latente". La función decisiva del partido, no es la de llevar al externo del movimiento apolítico la doctrina escolástica: sino de presionar, en el profundo del movimiento, sobre los sentimientos progresivos que expresa y sobre la dinámica viva de lucha que los acompaña, para trasformar el anticapitalismo latente del movimiento en conciencia política anticapitalista. Esto salto de conciencia no se produce "espontáneamente". Requiere el trabajo metódico del partido, porque sólo el partido comunista tiene una memoria histórica de las lecciones de la lucha de clases que ningún movimiento contingente puede poseer; sólo el partido comunista puede basarse en un proyecto estratégico global que ningún movimiento puede tener y de ningún movimiento se puede pretender; sólo el partido comunista puede luchar de manera organizada y concentrada para liberar a los movimientos del control de los viejos aparatos y de las influencias culturales neoreformistas que hipotecan su derrota. La función de vanguardia del Partido como "intelectual colectivo" encuentra en esta tarea decisiva su propia raíz.
Además lejos de ser superada, la concepción leninista del partido es todavía más actual en el momento histórico actual. En una situación marcada por un lado por la reactivación de los movimientos de la nueva generación y por el otro por el legado de la larga censura histórica entre marxismo revolucionario y jóvenes, la función del partido es más que nunca decisiva como constructor de conciencia, como portador en los movimientos de una visión política global, de un método marxista de lectura y comprensión de la realidad.
Paralelamente, precisamente los procesos de fragmentación de la clase, bajo el peso de las derrotas profundas de los últimos veinte años -procesos a menudo adoptados en favor del "ocaso" del partido- comprueban más que nunca su función central: como factor de contra tendencia, de reconstitución social del bloque alternativo y en ello de una hegemonía de clase anticapitalista.
A su vez así como el partido es el instrumento decisivo de la hegemonía, sólo la política de la hegemonía funda la razón fuerte de un partido comunista. Afuera y en contra de la concepción leninista y gramsciana de la hegemonía cualquier defensa de la "forma partido", aunque sincera, se reduce a evocación ritual.


TESIS 34 - REFORMA DEL PRC, NO DISOLUCIÓN EN EL MOVIMIENTO
Precisamente porque portador en los movimientos de un proyecto anticapitalista y revolucionario el partido no puede disolver sus propias estructuras en los lugares de movimiento: al contrario debe defenderlas y desarrollarlas en su especificidad, como instrumento de intervención de masas. Hecho que requiere una reforma profunda de la actual constitución material del PRC.

Un partido comunista como "intelectual colectivo" tiene la exigencia de desarrollar su propia organización, en su autonomía, cual instrumento de acción en la lucha de clases. La tesis planteada alrededor de la "igual dignidad" entre lugares de partido y lugares de movimiento en una lógica de ósmosis recíproca y de recíproca "contaminación", en este sentido, es profundamente regresiva: porque disuelve en una abstracta equivalencia de valores una objetiva diversidad de funciones y órdenes. No se trata de atentar contra la autónoma soberanía de los movimientos y sus estructuras, que en cambio hay que respetar y defender. Tampoco se trata de negar la aportación que la experiencia de movimiento puede llevar a la formación del partido, que al contrario puede y debe enriquecerse de cualquier viva relación de masas. Al contrario, se trata de llevar el proyecto revolucionario de los comunistas en lo profundo de los movimientos y de sus sedes autónomas, en el marco de la participación activa en su construcción. Y por esto es indispensable la organización del partido comunista, su desarrollo autónomo, su arraigo organizado, como hecho rigurosamente distinto del movimiento. Sin la comprensión y asimilación colectiva de esta relación entre organización de vanguardia y acción de masas el PRC está destinado a oscilar, en su vida concreta, entre desapego institucional desde los movimientos y disolución política de su papel en estos, en favor de una ingenuo "movimentismo" (es decir una idea de subordinación a los movimientos). Y a menudo está destinado a combinar ambos los aspectos.
La asunción de la política de la hegemonía capitalista en los movimientos requiere a su vez una reforma profunda de nuestro partido.
Antes que nada hay que afirmar la concepción de un partido por cierto capaz de presencia institucional, pero no institucionalista. Por lo tanto, un partido que no dirige la política al voto, sino pide el voto a una política: que no subordina la propia acción de masas a su representación institucional sino subordina su propia representación a la acción de masas, al desarrollo de la oposición social, a la reconstitución de un bloque anticapitalista.
El carácter de masas del partido se encuentra, antes que nada, en esta proyección cotidiana de sí mismo hacia la conquista de las clases subalternas: de aquí la necesidad de un arraigo social en los lugares de trabajo y en el territorio, de la construcción y formación de los militantes y de los cuadros, del control vígil y constante de sus representantes institucionales, que deben ser considerados a todos los efectos representaciones del partido en las instituciones y no de las instituciones en el partido. En fin hay que afrontar seria y concretamente el problema de la construcción organizada del partido. A este propósito se necesita educar el partido y sus organismos directivos en todos los niveles a formular proyectos definidos, concretos y que se pueden verificar, en función del arraigo social y de la vitalidad de las estructuras, afuera de cualquier mera proyección de imagen o de mera persecución de los términos electorales.


TESIS 35 - DEMOCRACIA DEL PARTIDO
Esta reforma política profunda de nuestra concepción y construcción del partido llama a una reforma igualmente profunda de su democracia, cual terreno decisivo de la misma refundación comunista.

Necesitamos volver a todos los compañeros "dueños de casa" en el propio común partido: animar, no marginar, las disponibilidades de los jóvenes compañeros; valorizar, no reprimir, espíritu de inciativa e independencia de juicio, que son levadura indispensable para un partido vital; y sobre todo hacer partícipes a todos los militantes del partido en las elaboraciones y decisiones en los distintos niveles del partido mismo: porque las orientaciones democráticamente definidas son también las mayormente sostenidas en la acción práctica, mientras que las elecciones pasivamente sufridas, aunque compartidas, no movilizan las energías y la iniciativa.
Paralelamente hay que afirmar el derecho de cada compañero del partido de conocer el debate, las deliberaciones, las posiciones distintas que emergen en el partido y contribuir concientemente (y no a través de impresiones recibidas tal vez de la prensa adversaria). En este sentido, es esencial un instrumento de debate interno nacional, con relaciones y actas de los organismos directivos, empezando por la Dirigencia nacional, y una amplia posibilidad de contribuciones de parte de las federaciones, círculos, individuos o grupos de militantes. Al mismo tiempo, el diario "Liberazione" debe ser abierto a las intervenciones del conjunto del partido y respetar su vida democrática, sin alguna injerencia política de parte de redactores o responsables del diario.
Además es necesario que la formación de los compañeros -que debe ser asumida como tema central del partido- sea concebida también como desarrollo real de su democracia interna; porque sólo el desarrollo de conocimientos, competencias, preparación fortalece la autonomía de juicio y por lo tanto la real libertad de la evaluación.
Por lo general, necesitamos un partido de liberos/as e iguales que, en su propio interno, hace de la lucha constante, contra cualquier forma de burocratismo y discriminación, el nuevo código de su propia constitución material: por lo tanto, hay que restablecer la facultad de iniciativa del círculo contra cualquier forma de control burocrático de la federación. Hay que revisar con detenimiento papel y naturaleza de los actuales ejecutivos regionales. Hay que restablecer y afirmar realmente el derecho de las federaciones de nombrar democráticamente sus propias candidaturas electorales en varios niveles, contra lógicas de imposición de parte de las instancias superiores del partido.
En fin, nuestro partido debe combinar la necesaria unidad en la acción externa -fundamental en una batalla por la hegemonía- con la más amplia libertad de discusión interna y por lo tanto con el pleno respeto de los derechos de las minorías (empezando por aquél de poder volverse a su vez mayoría): sólo esta relación de plena democracia interna y de igual dignidad real (no formal) entre todas las posiciones puede educar a la concepción y a la práctica de un partido de libres e iguales y, sobre todo, puede legitimar el principio de la unidad en la acción externa como principio asumido e interiorizado por el conjunto del partido. En este sentido hay que superar, en cualquier nivel, cualquier discriminación sobre la base de prejuicios hacia componentes políticas del partido en orden a la definición de su representación institucional y de sus estructuras ejecutivas.
Por otra parte la experiencia, que hemos vivido, ha demostrado que los verdaderos riesgos para la unidad del partido no están en la libre y real confrontación de las opiniones políticas diferentes, sino en la maniobra burocrática silenciosa, en el espíritu de clan, en la lógica del fraccionamiento burocrático y de la división en corrientes de intereses: que quizás hasta el día anterior representaba la unanimidad de voto y la "disciplina" de partido.
FERRANDO, AGLIETTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.

TESIS 36 - LOS JÓVENES COMUNISTAS
Los Jóvenes Comunistas tienen en esta fase un gran potencial de crecimiento: pero una batalla para construir la hegemonía política entre los jóvenes sobre un proyecto de alternativa revolucionaria necesita un fortalecimiento organizativo de los Jóvenes Comunistas (JC) y sobre todo de su perfil político alternativo, afuera de cualquier hipótesis de disolución en las áreas abstractamente "antagonistas" presentes en los movimientos (véase "Monos Blancos").

El V Congreso de Refundación Comunista debe reservar a la cuestión juvenil una particular atención, por el papel estratégico que ésta ha asumido en el enfrentamiento de clases en Italia.
Los jóvenes, trabajadores, estudiantes o desempleados, han sido afectados más que otros por la carga de una década de políticas neoliberalistas que han emprendido los gobiernos que se han sucedido en la conducción del país.
En unas áreas del País, en particular en el Sur, el ejercito de reserva de los sin trabajo está constituido en su mayoría por muchachos y muchachas muy jóvenes.
Para ellos y ellas frecuentemente la única alternativa que se pone a su condición social, es la de aceptar trabajos en negro, mal pagados, por la mayoría de las veces en sectores de la economía controlados por el crimen organizado.
Menos trágica, pero no por esto menos pesada, es la situación de quien logra encontrar un trabajo más o meno regular.
En los últimos tiempos, sobre todo después de la entrada en vigor del "Paquete Treu", desgraciadamente aprobado también por nuestro Partido, hemos asistido a una proliferación de formas de relación de trabajo atípico (CFL, aprendizaje, contratos de colaboración coordinada, partidas IVA etc.), que para los recién contratados representan en realidad la "tipicidad" de su ingreso en el mundo laboral.
Estas formas de ocupación han tenido unos costos sociales muy altos: han significado bajos salarios, aumento de las cargas de trabajo, menor tutela contractual y sindical, falta de respeto de las condiciones higiénico-sanitarias en las fábricas y las oficinas (se explican así tanto el enorme número de muertos como de heridos e inválidos causados por accidentes en el trabajo), en suma una situación de perenne precariedad laboral y de posible chantaje de parte de los patrones.
En el mundo de la escuela, hemos asistido a un sistemático ataque en contra de la educación pública en favor de la privada, ataque empezado por los ministros del Ulivo Berlinguer y De Mauro y hoy llevado a cabo por el ministro Moratti.
El proyecto de homologación de la escuela pública y privada, que prevé financiaciones estatales y regionales para esta última frente a recortes de decenas de millares de millardos a la escuela estatal, la creación de una única "lista de clasificaciòn" para enseñantes públicos y privados (los últimos contratados sobre la base de la fidelidad a la ideología de los institutos particulares, casi todos confesionales), la institución de la figura del director manager, las inversiones de las empresas en las universidades, con el objetivo de determinar las elecciones didácticas, hacen todavía más claro el carácter clasista de la educación italiana.
A todo esto se agregue la campaña reaccionaria que con los años se ha abierto en materia de libertad sexual (homofobia, hipótesis de limitación al derecho de aborto, etc.) y en la lucha contra el consumo de estupefacientes, campañas dirigidas en particular contra los jóvenes.
Si ésta es la situación en la cual están obligadas las jóvenes generaciones, no sorprende que las mismas estén desempeñando un papel de primer plano en las movilizaciones que marcan el deshielo en la conflictividad de clases.
En esta situación se necesita por lo tanto que nuestro partido, y su organización juvenil, se provean de un programa político para intervenir al interno de estos movimientos, para desarrollar en estos una batalla por la hegemonía.
Si el capitalismo demuestra cada vez más su incapacidad de garantizar un futuro a las nuevas generaciones, una organización que luche por su derrocamiento y por la creación de una alternativa de clase socialista, podrá responder a las legítimas aspiraciones de los jóvenes, llegando a conquistar políticamente su confianza.
Por esto es necesaria una batalla que empezando por los actuales niveles de conciencia presentes en los movimientos los enlace a la necesidad de una lucha más global contra el capitalismo, explicando como sólo en una perspectiva de cambio de sistema podrán encontrar satisfacción también las aspiraciones por un salario adecuado, un trabajo estable, una escuela no sujeta a los dictados del capital,.
Viceversa, no se puede compartir la elección reciente del actual grupo dirigente de JC de hacer un bloque político y organizativo con los monos blancos (Casarini) y con la red no global (Caruso) constituyendo en el movimiento antiglobalización el área de los "desobedientes sociales". Obviamente no está en discusión la posibilidad de estrechar alianzas tácticas con unas subjetividades, pero existe el riesgo que, más allá de la voluntad subjetiva, esta elección ponga en segundo plano la acción de la construcción de la organización juvenil de refundación como sujeto motor y potencialmente hegemónico de las movilizaciones en curso, sobre todo en una fase en la cual las adhesiones a la estructura juvenil están aumentando mucho y sería indispensable una inversión plena en esa, sobre todo esta elección corre el riesgo de traducirse en una disolución subalterna de las estructuras de los JC en una agregación sobre bases políticas confusas y equivocadas -una mezcla de genérico "antagonismo", "movimentismo" anti-partido y reformismo- que configuran en los hechos los desobedientes como un obstáculo y no una etapa de un proyecto para la construcción de la hegemonía comunista entre las jóvenes generaciones.
Es por estas razones que se hace necesario, también en este campo, un cambio político del partido y de los Jóvenes Comunistas, que afrontarán estos temas en su próxima Conferencia nacional.


Suscribieron el documento de minoría:
FERRANDO, AGLIETTI, BELLOTTI, BISCEGLIE, CEPRANO, GRISOLIA, IZZO, MALERBA, RICCI FRANCESCO, TERRA, ANGELERI, BAGAROLO, BENNI, BOZZATO, CACCAVARI, CUTAIA, DALL'ASTA, D'ANGELO, DANIELE, DEL BIONDO, DI CLEMENTE, DI LEO, DONATO, FABIANI, FERRARO, FONNESU, GHADERI, GIARDIELLO, GIGLI, GIOVANNINI, INFURNA, LETIZIA, MADOGLIO, MANCUSI, MANOCCHIO, MANTOVANI RUGGERO, MATTIELLO, MAZZITELLI, MICUCCI, OCCHETTI, PETRONI, PIRACCINI, PREVE, PROVENZANO, RENDA, RIZZI, SANTINI, SICILIA, SILVERA, STABILE, TIDONA, TURCHI, TURRINI, VERRUGGIO, VOTTERO.